jueves, 29 de marzo de 2018

La huella del hombre muerto

Más info sobre la represión franquista en San Fernando
Este artículo se publicó en La Voz del Sur

La huella del hombre muerto es irrepetible. Tuvieron que pasar tres mil millones de años de evolución para llegar a Domingo Sánchez Rodríguez, un barbero de veinticinco 25 años, vecino de Alcalá de los Gazules que murió asesinado por los fascistas españoles. Ningún ser humano ha nacido igual a otro ser humano. Y la huella de cada dedo de cada hombre es única e irrepetible. Poco más dejaron para recordar a Domingo, apenas una huella impresa en un papel en mitad de un archivo de viejos papeles.

La huella irrepetible de Domingo Sánchez Rodríguez, asesinado

Puede que no fuera el mejor hombre de la historia. Seguro que no. Tuvo sus devaneos con la marginalidad social y, en consecuencia, la justicia de la II República española lo condenó por robo a doce años y un día de reclusión. Pero nada hacía suponer que los fascistas que tomaron el poder el 18 de julio de 1936 lo asesinaran. La vorágine de sangre y sinrazón que desplegaron en San Fernando (Cádiz) acabó con su vida irrepetible.

No todos los hombres asesinados en la ciudad durante el Terror Caliente —ejecuciones extrajudiciales cometidas en verano, otoño e invierno de 1936— fueron potenciales opositores al golpe militar y fascista. No todos fueron sindicalistas, masones, maestros, obreros y jornaleros significados, políticos del Frente Popular, militares leales a la II República o dubitativos. No. También mataron, con esa odiosa impunidad que gozaron los represores, a presos comunes que tuvieron la desgracia de estar en el peor sitio y en el peor momento. En San Fernando asesinaron sin razones y sin necesidad a un puñado de presos comunes. Eran hombres procesados y condenados durante la república —antes del 18 de julio de 1936—  a distintas penas de prisión por robo, hurto o estafa. Delitos que no merecían la muerte. Nadie la merece…

…pero eso no importó a los que tomaron el poder por la fuerza bruta de las armas. El exterminio de la clase política de San Fernando, que fascistas y militares golpistas iniciaron el mismo 18 de julio, alcanzó a ese puñado de presos comunes. Acabaron muertos y enterrados de forma anónima e irrespetuosa en las fosas comunes de la ciudad. Y olvidados también. No fueron héroes, ni defensores intelectuales de la república, ni combatientes directos contra la barbarie fascista. Simplemente estaban allí, inoportunos en una prisión que se llenó de personas incómodas para el Glorioso Movimiento Nacional Liberador de la Patria. Y no sabemos por qué los eligieron, tal vez se equivocaron de lista y mataron a los que no estaban señalados con la macabra cruz. A estas alturas de la historia no creo que alcancemos a conocer las causas reales.

Pero murieron. Los mataron con premeditación. Un sacerdote los acompañó hasta el paredón, y los atendió en los últimos momentos, poco antes de los disparos que acabaron con sus vidas. Y estos curas dejaron anotados los datos de la fechoría en su Libro Único y Secreto. Libro que hoy día permanece oculto, pero conocemos gracias a la osadía de unos hombres que lo fotocopiaron a escondidas. De no ser así tendríamos muy pocos indicios de estos asesinatos. Lo hicieron en dos paseos, el 15 y el 16 de octubre de 1936. En ambos casos estaban encarcelados en la Prisión Municipal de San Fernando cuando la Superioridad —el gobernador militar de Cádiz— ordenó el traslado de estos hombres a la Prisión Central del Puerto de Santa María. En el primer caso existe una anotación en el expediente que abrieron a Domingo Sánchez Pérez en la Prisión del Partido de San Fernando, que dice:

«15 octubre 1936: Sale conducido por la guardia civil para la Prisión Central del Puerto de Santa María por virtud de orden de la Superioridad». Lo firma el Jefe, José Díaz.

Pero ese mismo día Domingo fue asesinado junto a José Fernández Tizón, Julio González Rodríguez, Miguel Rodríguez Cabeza, Manuel Rodríguez Castellano y Francisco Torres Alcántara. Según los curas, todos ellos fueron enterrados en San  Fernando. Al día siguiente sacaron de la cárcel municipal a otros cinco presos comunes. Hay un recibo de entrega que dice:

«Prisión del Partido de San Fernando. He recibido del señor jefe de la prisión de esta ciudad a los procesados Juan Tejada Godoy, José Cañavate Rivera, Antonio de la Llaga Filipo, Rafael Zapata Ruiz y José Mª Rodríguez Pérez para [conducirlos a] la Prisión del Puerto de Santa María. San Fernando 16 octubre 1936. El sargento [de la guardia civil]: Claudio Luengo Pisano».

Tampoco llegaron a su destino. Ese mismo día los sacerdotes dejaron registrado que fueron fusilados por aplicación del Bando de Guerra y enterrados en San Fernando. Algunos de ellos, incluso confesaron con edificación, dijeron. Sin duda, un triunfo para el sacerdote haber ganado esas pobres almas para su causa…

…habría que preguntar a las familias, cuando supieran el destino de estos hombres, qué consuelo tuvieron.

Y, recuperada la memoria, ¿qué hacemos ahora?

miércoles, 14 de marzo de 2018

Hay un indigente en la puerta trasera



Hay un indigente en el hueco de la puerta trasera. Apenas cabe tumbado, ni a lo largo ni a lo ancho. Siempre lo veo encogido, tapado con una manta hasta la cabeza. O sentado, mirando sus zapatos. El suelo que toca es de hormigón, y al cabo de unas horas debe ser insoportablemente duro. No tiene medios propios para alimentarse, ni para vestirse. Posiblemente depende para eso de los servicios sociales de la ciudad. Tampoco tiene casa, ni familia que lo cobije. No conozco su historia. No sé cómo llegó a esta situación, pero podría ser cualquiera de nosotros…



Delante de su atalaya se abre el Parque del Barrero (San Fernando, Cádiz, España) con un sauce llorón a pocos metros, sus ramas casi le tapan. Detrás del hueco que usa como hogar está la infranqueable puerta metálica del supermercado… pareciera que el sistema lo haya encajonado en ese rincón. No tiene adonde ir.

Lleva ahí varios días, lo veo al pasar con la perrita… y no soy capaz de levantar la vista y mirarlo directamente. Apenas le dedico un vistazo fugaz y siento una punzada de culpabilidad por tener lo que tengo y seguir callado. La existencia de personas en su situación me hace sentir cómplice de su desgracia…

…y no debería, porque este hombre, y miles como él, son un subproducto del sistema de valores que nos gobierna. Este hombre sin techo es una consecuencia directa de las políticas neoliberales que desarrollan todos los gobiernos del planeta (salvo honrosas excepciones que, encima, son tachadas de pantomimas políticas). Es verdad que el sistema genera riquezas, pero «…la concentración aguda de riqueza en manos privadas ha venido acompañada de una pérdida del poder de la población general», decía últimamente Noam Chomsky. Sí, genera riquezas este sistema, y las acumula en pocas manos. No está diseñado para otra cosa.

Estas personas que nos rodean en mitad del occidente opulento —y los millones de inmigrantes que huyen de la pobreza y de las guerras provocadas por los poderosos— sobran en esta sociedad adocenada, triste, deshumanizada, irracionalmente competitiva y profundamente injusta. Sobran porque así lo define el mantra neoliberal que tenemos: «Sacrosanta libertad de los mercados y máximo beneficio privado». Molestan estos hombres excluidos porque no producen, no consumen y porque les cuesta dinero mantenerlos con vida.

El hombre que vive en el hueco de la puerta trasera del supermercado es un estorbo, y su visibilidad, en lugar de señalar a los poderes que lo provocan y acusarles de criminales… la visibilidad, digo, y el desamparo de estos hombres, recae en nosotros para provocarnos sentimientos de culpabilidad. Hasta ahí llega la mezquindad criminal de los que nos gobiernan en la sombra —nos gobiernan a través de los políticos visibles que elegimos cada cuatro años—. La jugada es de una notable maestría: 1º.- El neoliberalismo produce excluidos sociales. 2º.- Se desentiende de ellos porque son una rémora en su sistema y el Estado no está para esas cosas tan caras. Y 3º.- Nos convencen de que la solidaridad de la gente común es la solución. Y lo hacen así porque consideran que no es su tarea humanizar el reparto de la inmensa riqueza que generan. No sólo los abandonan al darwinismo social —que sobreviva el más emprendedor, no importa la salud del planeta­, lo que importa es seguir produciendo y consumiendo, aunque sean gilipolleces—, además, nos hacen culpables si no desarrollamos la solidaridad con la gente desahuciada por las políticas neoliberales.

De esta forma el sistema deja la solución del problema a la buena voluntad de los hombres buenos y, lo que es peor, culpabiliza a los que cuestionan la solución solidaria y personal.

No sé… tal vez deberíamos ir pensando cómo coño se aborta esta involución humanitaria provocada por las políticas neoliberales… verdadero cáncer de la humanidad.


domingo, 4 de marzo de 2018

El oxímoron de los represores


Ese día, cuando llegaron a la fosa los miembros de Rayuela, los arqueólogos de AMEDE recién habían desenterrado varios cuerpos. El amasijo de huesos que descubrieron en esa zona era un caos. Y uno imagina que a mayor caos, mayor vileza desplegaron los represores. Aquel día del verano de 1936 mataron a muchos, y los tiraron de cualquier manera en la fosa que abrieron en el cementerio civil de San Fernando, cementerio para disidentes lo llamaban. Una cosa es saber lo que pasó y otra cosa es ver esto, decía Leonor. Lo decía con dificultad, mientras miraba el fondo, con la garganta atrancada de emoción. Me emociona la emoción de los demás.



Los que trabajan dentro de la fosa, separando con mimo la tierra de los huesos —a veces me parece que los acarician con cariño y con un poco de pena—… los que trabajan dentro, digo, saben distanciarse de las cuencas vacías que sacan a la luz, del orificio de bala en la cabeza que acarician con el pincel, de la carcajada eterna de la calavera… se distancian como los médicos deben poner cierta barrera emocional con los pacientes. Pero los que visitamos la excavación de vez en cuando, no nos acostumbramos a la macabra escena. Las cuencas vacías te atrapan. Cada detalle de cada cuerpo de atrapa. Te atrapa la conjetura que surge, ¿estará dedicada esa medalla sobre la vertebra? ¿Habrá una inscripción en el anillo de esa falange? Te atrapa la historia por escribir que hay detrás de cada cuerpo descubierto. Quedas atrapado en el laberinto de emociones que emanan de la fosa… no sólo son huesos lo que vemos, nos apabullan las emociones que afloran después de ochenta años aprisionadas debajo de la tierra. Parece que no hayamos abierto una fosa, sino los corazones de esos hombres muertos.

Los asesinaron en el verano y otoño de 1936 con una Discreción Escandalosa. Luego los enterraron con una Visible Ocultación. Los Desaparecieron con Evidencia… Los carceleros de turno, ya fuese en el Penal de la Casería de Osio, en el de Cuatro Torres o en la Prisión del Puerto de Santa María, siempre dijeron la misma frase: Su marido ya no está aquí, señora

…no estaban allí. Nadie sabía nada, pero todos conocían. Ya estaban muertos con esa Discreción Escandalosa, Evidentemente Desaparecidos y Visiblemente Ocultos bajo paladas de cal y zahorra al amanecercontradicciones aunadas para formar el oxímoron que compusieron los asesinos del 36 como si fuera una pesadilla. Matar, hacer desaparecer el cuerpo y generar la incertidumbre en el cuerpo social de los vivos. Y con ello, familia, amigos, compañeros y conocidos quedaron inoculados de inacción. Ocluidos en una sociedad emergente en la que no cabían. Crecía la nueva España como una Patria diseñada sólo para los otros y sustentada en los muertos que hoy desenterramos. Mal cimiento para una sociedad nueva.

El oxímoron de los represores tejió una trama de terror que paralizó el cuerpo social de este pueblo, San Fernando, y eliminó de cuajo cualquier asomo de resistencia al nuevo régimen militar, fascista y clerical que asoló España desde entonces…

…pero hoy, por fin, los cuerpos vuelven a respirar. Y eso nos emociona.
  

Adenda
Rayuela: Es una tertulia literaria de San Fernando
AMEDE: Es la asociación de familiares de víctimas del franquismo que abre y exhuma las fosas comunes en el cementerio de San Fernando, con la ayuda del Ayuntamiento, Diputación de Cádiz y Dirección General de Memoria Democrática de la Junta de Andalucía.
Oxímoron: “Combinación, en una misma estructura sintáctica, de dos palabras o expresiones de significado opuesto que origina un nuevo sentido, como en un silencio atronador”.