lunes, 18 de diciembre de 2017

Axel y Windy


Es verdad que hay gente pa tó, sobre todo entre los que investigan ciencia… Por ejemplo, Axel estudia el gradiente de distribución de las tierras raras (lantánidos y actínidos) sobre la roca madre granítica en muestras de Sudáfrica y Madagascar. El potencial económico que hay detrás de este conocimiento es tan extraordinario que posiblemente la geopolítica se moverá en función de esos resultados (y otros similares), y se potenciarán estrategias mundiales, se diseñarán guerras locales, cambios de regímenes y  compras masivas de tierras con tal de que las grandes potencias —empezando por el Imperio— se beneficien de la explotación de unos recursos minerales que son esenciales para las tecnologías de última generación.

Pero es una explotación que se hace con mano de obra esclava y prescindible. Las ganancias de esa explotación nunca repercuten en beneficio de esta gente, ni en el bienestar del país, ni siquiera en los privilegios de su clase dirigente, a sueldo de los verdaderos poderes mundiales. Los beneficios de la explotación caen en manos de los que ya son inmensamente ricos. Que para eso África, pese a la ayuda al desarrollo que recibe, sigue creciendo demográficamente para nutrir la nueva esclavitud y la misma miseria que en tiempos coloniales. No tenemos arreglo mientras permitamos este sistema criminal.

Uno recuerda, tal vez inocentemente, que hace pocos años se investigaba por el hecho de entender los procesos de la naturaleza… CONOCER era el objetivo. Hoy únicamente se investiga si el conocimiento que se conquista sirve para incrementar la riqueza de unos pocos, que son precisamente los que sufragan las investigaciones. El capitalismo atraviesa —y corroe hasta los cimientos— todos los aspectos de la vida…

…tan apabullante es la permeabilidad del capitalismo en nuestras vidas que hasta me parece entrañable lo que se hacía en el Siglo de Oro español, que mientras Newton planteaba su Ley de la Gravitación Universal, aquí en la España de los Austrias se doctoraba en las universidades sobre cuántos ángeles podrían caber en la punta de un alfiler. ¡Eso sí que era investigar en el vacío! ¿Llegaremos algún día los hombres a plantear las cosas con cierta razonable humanidad?

Axel es el compañero de Windy. Windy estudió lingüística y se marchó a una comunidad guaraní, en el Chaco boliviano, cerca ya de la frontera con Paraguay, para hacer su tesis. Dice que llegó a Bolivia cuando apenas conocía el español (y aún menos guaraní) y sin saber dónde ni cómo iniciar su tesis sobre cuestiones lingüísticas de esa lengua indígena… Dice que fue preguntando con su pésimo español por las asociaciones en defensa del guaraní, y que tuvo la suerte de conocer a la hija de una familia que vivía en una comunidad indígena del Chaco. Y allí se fue. El pueblo civilizado más cercano estaba a cinco horas de viaje en camioneta. En Bolivia las distancias no se miden en kilómetros sino en horas de viaje… que depende del vehículo, del tipo de carretera y del número de curvas.

Axel y Windy en primer plano. Parque Machía para recuperación de fauna salvaje. Comunidad Inti Wara Yassi, Amazonía boliviana.

Dice que el contraste de culturas fue lo más impresionante. Windy era la gringa, la extraña. Alta, castaña, guapa. Nadie entendía qué hacía allí y por qué quería estar allí. Se encontró en una sociedad profundamente machista. Los hombres la ignoraron durante días. Las mujeres también. Hablaban entre ellos en guaraní, como si Windy fuera invisible… y al cabo de dos semanas aún se extrañaban de que no les entendiera. La única casa de ladrillos era la de la familia que la acogió. Las demás eran de adobe y radicalmente pobres. Nadie quería hablar con la extraña, a pesar de que les pagaba por eso, simplemente por hablar de cualquier cosa… desistían diciendo que no tenían nada que contar. ¡Y era cierto!

La suciedad asociada a la pobreza se podía entender. La crueldad, no. En su momento, los perros que vivían en las comunidades indígenas tendrían una función concreta, tal vez asociados la ganadería y a la caza. Hoy día, sin ganado y extinguida la caza, siguen sobreviviendo entre los indios a pesar de la extrema crueldad con que los tratan. Los perros son cosas, no se les supone sentimientos y a nadie les importa su dolor. Se reproducen por ley natural, sin intervención de los hombres. Se alimentan de las sobras que les tiran, allí no hay estercoleros ni acumulación de basura orgánica porque los perros la devoran al instante. Pero, aún así, la mayoría de los perros mueren de inanición, y los que sobreviven están ahí al servicio de su crueldad…

había un niño al que odiaba —cuenta Windy con su acento francés— porque era insoportable. Lloraba para joder y para conseguir cualquier cosa de sus padres. Los tenía dominados. Un día la madre del niño odioso (aún le costaba trabajo entenderlo) le dio un palo y le dijo que se fuera a pegar al perro. ¡Como si eso fuese un juego! El perro estaba dormido, sin hacer nada y sin molestar. El niño empezó a pegarle. El niño se reía cada vez que el perro aullaba de dolor… ¡y nadie entendía mi protesta!

También contó que ella misma, para terminar con el sufrimiento de un cachorro (llevaba un día aullando de dolor), lo abrazó fuertemente hasta que dejó de respirar. La familia no se inmutó. A nadie le importó que  lo hubiera matado. ¡Se extrañaron porque había perdido el tiempo con un perro que esa misma noche hubiera muerto por sí solo! ¿Para qué molestarse entonces?

Una cultura, unos valores. Mil culturas, miles de valores… ¿Son culpables de —o perciben en ellos— la crueldad que les atribuimos? Seguramente no… tampoco a un invidente de nacimiento puedes explicarle qué es el color azul.

Tres temporadas estuvo con esos indígenas. Se extrañaban en la comunidad guaraní cada vez que volvía la gringa, porque los extraños no vuelven. Windy nunca llegó a entender a esos hombres. Después de esas experiencias abandonó sus estudios de lingüística, coincidió con Axel en un viaje en Bla-Bla-Car a través de Francia. Ella conducía. Axel subió al coche, abandonó su tesis sobre las tierras raras y el gradiente de distribución sobre la roca madre granítica en muestras de Sudáfrica y Madagascar. Viajaron durante unos meses por ahí, por América Latina, sin saber muy bien qué rumbo tomar… y acabaron en la Amazonía boliviana, en la Comunidad Inti Wara Yassi, recuperando fauna salvaje maltratada…

…había entendido Axel que la felicidad estaba cerca de Windy. Había entendido Windy que la felicidad estaba más cerca de cuidar animales indefensos que de estudiar el origen de las lenguas...

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