Sobre las peripecias de Alex y Yoli,
cooperantes en la Comunidad Inti Wara Yassi, selva amazónica de Cochabamba.
El ataque comenzó
a las 9 de la mañana. Alejandro había liberado a los monos capuchinos y se fue
a desayunar con los compañeros. Corría el mes de febrero y esa mañana la
temporada de lluvias daba un respiro. Era una delicia compartir ese rato
sagrado con los amigos. No hay nada mejor que tener un enemigo reconocido para palpar
la solidaridad de los tuyos. En este caso el trabajo duro, el calor, la lluvia
y la escasez de medios son el enemigo perfecto para sentirse miembros de un mismo
asunto: cuidar la fauna amenazada de un lugar… ninguno de los cooperantes de
Parque Machía, en la Amazonía boliviana, podía imaginar que el verdadero
enemigo estaba a punto de atravesar la floresta y atacar…
El
experimento lo había iniciado el gobierno de Brasil en 1956. Lo dirigía Warwick
E. Kerr, un biólogo brasileño considerado de los mejores genetistas y
especialista de abejas en el mundo. Trajo de Tanzania sesenta y tres abejas
reinas africanas con el propósito de hibridarlas con las domesticas y mejorar la
producción de miel. Y lo hicieron. El equipo del doctor Kerr, mediante
inseminación artificial, logró veintinueve ejemplares de reinas híbridas…
Dicen
que fue un accidente. Al año siguiente, unos trabajadores abrieron la puerta
equivocada y veintiséis reinas híbridas quedaron en libertad. Lentamente
comenzaron a reproducirse formando colonias salvajes fuera de control. No pasaron
muchos años hasta que en áreas rurales del
norte de Brasil se observaron ataques muy agresivos de abejas incontroladas sobre
animales e incluso hombres. Poco después, a principios de los años 60, ya
estaba claro que las abejas híbridas formaban colonias salvajes y se expandían
con un comportamiento extremadamente agresivo. No hay seguridad sobre quién fue
el primer hombre muerto por sus picaduras, pero ocurrió en los años 90.
No hay gran
diferencia morfológica entre las abejas domesticas y las híbridas africanizadas.
Tampoco son más venenosas… lo que realmente las hace letales es el
comportamiento defensivo. Todas, en masa, defienden ferozmente la colonia hasta
un radio de novecientos metros de ella… y se sienten amenazadas al mínimo
asomo. Atacan a los ojos y a las zonas oscuras y cuando eso ocurre desprenden
una feromona con olor a banana que las vuelve tremendamente agresivas.
Recuerdo que al
principio, cuando Alejandro y Yoli llegaron a Parque Machía, decía que los monos araña eran buena gente, pero que
los capuchinos eran unos cabroncetes
(habían mordido a Yoli en la frente). Para poder hacerse con ellos se dejó
crecer la barba y, aún así, tuvo que sufrir el ataque de Alvarito que, en la disputa del liderazgo, le desgarró la oreja de
lado a lado. Pero hoy, a una voz de Alejandro se acaban todas las peleas entre
los capuchinos. No solo es el mono alfa, es también su protector…
…las primeras
abejas asesinas llegaron, después del desayuno, desde la floresta. Fueron muy
rápidas. Vieron cómo bajaba una nube oscura y comenzaban a atacar a los
capuchinos, pero eran tantas que tuvieron que retroceder para cubrirse con ropa
y capucha. Cuando Alejandro volvió ya habían envuelto por completo a Kaya. Pudo recoger a Mema y a los otros, pero incluso dentro
de las jaulas los seguían aguijoneando. No es fácil explicar el vínculo que se
forma entre el cuidador y sus animales. Debe ser una extraña empatía que aflora
al margen de lo racional, un deber con tus propios valores que te hace olvidar
el peligro que supone introducirte en medio de un enjambre de abejas asesinas
para salvar a los que confían en ti… es algo que no tiene valor económico y,
justamente por eso, una inmensidad de ciudadanos no lo entiende. En la vida no
todo es rentabilidad económica… hay algo mucho más valioso: el respeto hacia ti
mismo.
Todos,
cooperantes y trabajadores de Parque Machía, moviéndose entre la nube de
abejas, formaron hogueras con leña fresca para que la cortina de humo rodeara el
contorno, y eso parece que detuvo el ataque poco a poco…
Cuando se
marcharon las abejas, Yoli extrajo a Mema
más de doscientos aguijones. Ella misma le señalaba dónde estaban clavados. Fue
una de las más atacadas. Deformada y dolorida, esa noche, para vigilar su
evolución, durmió en la habitación de Yoli y Alejandro. Mema sobrevivirá… y, a su manera, no creo que nunca olvide lo que
estos humanos hicieron por ella.
Pero Kaya murió. Tenía más de cuatrocientos
aguijones en su cuerpo. Demasiados para la pequeña capuchina. Me decía
Alejandro:
— Estaba completamente cubierta de abejas. Tengo
grabada su cara, mirándome, sin fuerzas ya, dejándose matar, sin luchar contra el
enjambre…
…sí. En el mundo hay valores mucho más poderosos que
las razones económicas.