Pues a servidor
le apetece que el muro entre Méjico y USA sea completo. Y que cuando cerquen a
cal y canto esa frontera, continúen con la de Canadá. Que cierren al tráfico
puertos, aeropuertos y, sobre todo, que bloqueen el flujo de capitales y de
ideas racistas hasta que esa Gran Nación bendecida por Dios quede aislada del
resto del Orbe. ¡Dios salve América! Es posible que así, los filofascistas que
votaron a Donald Trump, se cuezan en su propio jugo. Aislados no molestarían,
ni exportarían ese peligroso ejemplo al resto del planeta. Pues así, tras los
muros que gustan construir, y sin materias primas externas, sin productos ni
capitales ni ideas para exportar… entonces, cuando se conviertan en un obsceno
pozo negro, y consuman sus propias tripas, tal vez comprendan que todos
pertenecemos al mismo planeta, y que no tienen derecho a esquilmarlo en nombre
del "modo de vida americano", porque es una manera perfecta para agotar
nuestra única casa común. Pertenecemos a la Tierra; la Tierra no es propiedad del
más fuerte ni del que tenga más medios para esquilmarla… la Tierra pertenece a
nuestros hijos, y también a los hijos de los patanes rubios.
Ya sé que esto
que digo no va a pasar, que los filofascistas no se van a aislar por mucho que
digan que América es lo primero… sabemos que lo que gusta a estos abusones es
intervenir para robar los bocadillos en el recreo a los débiles que desafíen su
liderazgo. La inmensa mayoría de americanos (los del norte, digo) no saben
dónde está Cuba, Venezuela ni Corea del Norte… y posiblemente su presidente,
tampoco. Pero en nombre del pueblo americano, y en defensa de sus intereses
patrios (aviesamente identificados con la libertad universal), se creen con
derecho a intervenir en cualquier punto de la Tierra, lo ha dicho Trump y lo
han hecho siempre: desplegar una fuerza militar apabullante allí donde su
dominio ideológico no ha fructificado. Los imperios de matiz fascista no admiten
disidencias. Ninguno de los pueblos desafiantes puede quedar impune. No es que
sean especialmente perversos los desafiantes, ese detalle les da igual, es el
mal ejemplo lo que no puede quedar sin castigo.
Posiblemente
uno de los mayores peligros para el planeta sea la gente que se cree con
derecho a imponer sus intereses en nombre de la libertad (y aquí dejamos fuera
a los iluminados que lo que pretenden es imponer su atávica religión). Porque el
concepto de libertad que definen, libera a unos pocos y
esclaviza económicamente a multitudes. Y resulta que una mayoría de patanes ha
elegido, con todas las “garantías aceptadas”, a otro patán, y ahora el planeta
está en manos de un irresponsable que se parece mucho a Hitler y Mussolini. Hoy
día —en realidad, siempre ha sido así— ganan las elecciones los que mejor las
diseñan. No se trata de convencer al votante con ideas y valores, se trata de hacer
dos cosas. Primero, diseñar un producto comercial atractivo y, en segundo
lugar, venderlo mejor que el adversario, sin importar los medios que se
utilicen. Y así la democracia honesta se desmorona desde la base. Así es cómo
salen electos patanes en lugar de grandes hombres que peleen por grandes ideas,
aunque sean entelequias. Los que ganan las elecciones sólo son garantes de sus
patrocinadores y estos sólo buscan el beneficio de unos pocos. El capitalismo y
la sacrosanta libertad de los mercados han comprado, a precio de saldo, las
democracias en las que creíamos, y han convertido nuestras sociedades en un
modelo de desigualdad estructurada y sistémica, en donde es aceptable y de
sentido común que unos pocos hombres exploten a muchos hombres.
Si la
Revolución Francesa, disolviendo en sangre el Antiguo Régimen, inventó al
ciudadano como objeto de derechos y deberes, la sociedad de nuestros días tiene
incrustada la desigualdad de los ciudadanos en su propia definición… y me temo
que carecemos de herramientas civilizadas para superar esta contradicción. Tal situación
de desigualdad no puede durar eternamente. Y si no podemos reformar civilizadamente
esta injusticia sistémica ocurrirá de otra manera…
...es la
historia.
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