domingo, 30 de octubre de 2016

El viaje de octubre: Salamanca de piedra dorada

Los edificios históricos de Salamanca son de piedra dorada. Las traían de las canteras de Villamayor de Armuña, y por las mañanas, cuando servidor caminaba por entre las calles del centro histórico, el sol incidía sobre ellos tangencialmente: parecían de oro los edificios. Es reconocible Salamanca por la arquitectura de sus construcciones… dicen los que saben de estas cosas que hay muchos construidos en un gótico tardío con ramalazos renacentistas y platerescos, pero también hay pequeñas iglesias de traza románica. Me gustan más. En Castilla, León y Galicia hay muchas. Tienen un olor especial las pequeñas iglesias románicas del norte, huelen a una humedad acogedora y amable. Me gusta entrar en ellas y descansar. No rezo, sólo descanso… y pienso que debajo de mis pies hay decenas de cadáveres. Con dioses o sin dioses, la quietud de las pequeñas iglesias tiene algo mágico. Magia que se desdibuja cuando son grandiosas y rebosantes de oro y plata…


En Salamanca las cartelas que identifican los edificios están escritas con pintura ocre, trazadas las letras directamente sobre la piedra. Son letreros con una caligrafía medieval que resulta singular. Me encantó imaginar a Unamuno saliendo del paraninfo de la Universidad de Salamanca del brazo de doña Carmen Polo —ya sabemos, la señora esposa de don Francisco, el Caudillo de todos los españoles, quisieran o no— después del encontronazo dialéctico con el necrófilo que amaba la muerte y detestaba la intelectualidad o la inteligencia. Pasaba por la puerta todos los días y le guiñaba al viejo catedrático del venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta, pero no convenceréis

Salamanca también tiene hornazos en cada esquina, que son empanadas rellenas de lomo de cerdo y chorizos, a 14 euros el kilo. Y hay bocadillos de jamón de Guijuelo, y si quieres puedes probar un embutido que se llama farinato, que lo fabrican con miga de pan, manteca de cerdo, sal  y pimentón. Interesante mezcla…

Sala de profundis, Convento de los Dominicos, Salamanca. Los dibujos están realizados
con pezuñas de vaca.

Tiene Salamanca un convento dominico, el de San Esteban, protomártir cristiano que murió lapidado por orden de los jueces judíos que consideraban que sus pláticas eran heréticas… ¡Qué manía, por Dios, esa de matar a la gente por sus ideas! Este sitio fue hogar de grandes teólogos, muy vinculado con la Universidad de la ciudad. Tienen en el convento una sala llamada de profundis, con el pavimento empedrado con cantos rodados y con pezuñas de vaca. Las pezuñas conforman dibujos… miles de vacas tuvieron que devorarse para conformar esas líneas. Fueron avanzados para su tiempo los dominicos, lo dicen ellos en las cartelas repartidas por el convento. Dicen que hasta demócratas fueron en la toma de decisiones internas y, así mismo, avanzados geógrafos que propiciaron el viaje de Colón a las Américas. También se dice que fueron impulsores de los derechos humanos aplicados a los indígenas… Sin embargo, yo tenía entendido que los dominicos fueron inquisidores muy aplicados pero, por lo visto, la relación de esta orden con la Santa Inquisición no debe ser importante, y no se cita en las cartelas del convento. Siempre se aprende algo nuevo, mira tú por dónde…

En los días que anduve por Salamanca me enteré de una leyenda que circula por la ciudad y que ha sido utilizada por escritores como  Cervantes, Calderón de la Barca o Walter Scott: el Aula del Diablo. Un episodio de debió ocurrir en un lugar de culto de origen celta, posteriormente transformada en mezquita y finalmente en la Iglesia de San Ciprián. Su sacristía daba paso a la Cueva de Salamanca y se dice que, a su vez, servía de entrada a una red de túneles y pasadizos por el subsuelo de la ciudad por donde flotaba lo más tenebroso del ser humano. En esa cueva, Satanás, con la apariencia de sacristán, enseñaba ciencias ocultas a siete alumnos durante siete años. Ninguno de ellos podía hablar de las enseñanzas prohibidas que recibían, y pasados los siete años, uno de ellos debía quedarse de por vida en la cueva, al servicio exclusivo de Satanás… la elección de la víctima demostraba la destreza adquirida en los siete años y sacaba a flote los peores instintos de cada uno de ellos. Los seis maestros liberados estaban llamados a gobernar el mundo…



Pues no sé… prefiero la paz de una pequeña ermita románica, de las que encuentras en mitad de una aldea, que huelen a humedad amable, las que tienen gastado el granito del suelo. Siempre me ha parecido que en las góticas anidaba demasiado poder…


…y el poder siempre es temporal y corruptible, no hay otro.

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