lunes, 28 de septiembre de 2015

Madrid: Perro y Corazón

En la Gran Vía de Madrid, junto al metro de Callao, hay un señor abrazado a un perro. Que yo sepa, lleva por lo menos tres días viviendo en la acera, recostado en la pared de una obra y rodeado de mantas y cartones. No es el único que vive en la calle, más abajo, cerca del teatro donde exhiben El Rey León, hay una rusa sentada en el suelo, junto a un canalón de desagüe. Esta no hace nada, ni siquiera pide limosnas. Digo que debe ser rusa porque tiene pinta de eslava. No es fea. Es alta, rubia, muy blanca y sus zapatos y ropas aún están limpios. No entiendo lo que hace. Lleva también tres días en el mismo sitio, en la misma posición, dejando pasar el tiempo mirando al suelo de la acera que pisan miles de personas.



Pero, no sé… el hombre de Callao lleva tres días abrazado a su perro. El perro se deja abrazar y recibe los besos del humano. Un hombre que demuestre tal soledad y ame así a un perro no puede ser mala persona. Y con esto volvemos al efecto de una imagen simple que nos vuelve a convertir en seres sintientes… Setecientos muertos en una avalancha humana en la Meca me dejan impasible, pero me conmueve un hombre anónimo que abraza a su perro en una acera. ¿Por qué?

En la misma calle de Madrid, está la Fundación Telefónica. En sus espacios (profundamente estéticos) hay varias exposiciones. Una de ellas resulta muy pedagógica. Trata sobre los trabajos resueltos por el diseñador Alberto Corazón durante sus cincuenta años de labor profesional. Diseño: La Energía del Pensamiento Gráfico se llama la exposición.

…espacios profundamente estéticos.

Y mientras paseo por los espacios voy comprendiendo que el diseño es algo tan consustancial con la evolución social que ha ido penetrándonos sin percibirlo. Logos que se convierten en marcas, y símbolos que nos informan en apenas un parpadeo. El entorno visual que nos rodea está tan saturado de logos y símbolos que, en una instantánea visual, nos transmiten una enorme cantidad de información. El lenguaje gráfico es tan profuso y evidente que pasa a convertirse en percepción subliminal. Pero detrás de cada logo hay una mente creativa que lo ha ideado, pensado, dibujado, desarrollado… y vendido en una transacción económica.

Habló Alberto Corazón en un recodo de la exposición. Tuvimos esa suerte. Le rodeó la mejor elite de diseñadores de Madrid. Mi compi y servidor éramos los únicos turistas del grupo. Y escuchar nos abrió un universo desconocido y asombroso.

Pero sigo sin saber… la sociedad que tenemos es compleja y poliédrica. El devenir cultural y material de las sociedades no es uniforme. En absoluto lo es. Tenemos una sociedad que camina y evoluciona en direcciones tan distintas que llegan a metas divergentes. Tan opuestas llegan a ser que cuando las comparamos entramos en continuas contradicciones.

La eslava sentada junto al canalón de desagües y el hombre abrazado a su perro son el colofón de uno de esos caminos evolutivos. El diseñador que comprende la energía del pensamiento gráfico es otro. Los primeros necesitan algo tan sencillo como una mano tendida. Tan sencillo es lo que necesitan, que hasta los logos –a pesar de su simpleza- son para ellos entidades de otra galaxia. Y a los creadores de logos, simplemente, no les vendría mal abrazar a un perro –incluso a un hombre- en mitad de algo tan tosco y tan real como una acera…


viernes, 25 de septiembre de 2015

Nacionalismos

No me gustan los nacionalismos. Me parece que los ciudadanos tenemos derechos y deberes por el simple hecho de ser ciudadanos, no por ser oriundos de uno u otro país. Nadie decide donde nacer. No podemos evitar ser de Ghana, Siria, Estados Unidos, España, Cataluña o cualquier otro lugar. Ser de un sitio o de otro no debería añadir ni quitar ni un solo de los derechos y deberes que todos tenemos como seres humanos. La condición de individuo debería ser el centro de todo el debate, y no su pertenencia a una nación, estado, grupo ético o nacionalidad, porque ya no estamos en las etapas infantiles de la sociedad, donde la nación, como trasunto de la vieja tribu, era un invento impostado y útil. Hoy ya sabemos que la nación es un concepto modelable a voluntad de una élite, y útil para los que se benefician de tal concepto, no para el común de la gente. En mi parecer cualquier individuo es mejor que cualquier concepto decimonónico. 

…pero, nos gusten o no, existen los nacionalismos. Están ahí. Cada uno se siente más identificado y en armonía rodeado de los suyos, de los de su misma cultura, de los que defienden los mismos valores. Sí, están ahí... y se asume. Es inevitable. Pero lo que no soporto es cuando un nacionalismo se reinventa hasta creerse mejor que otro. 



No entiendo que los ciudadanos de Cuenca (Cuenca o Tetuán, por poner ejemplos) tengan que decidir cómo tienen que gobernarse los catalanes… por mucho que la constitución así lo diga. No soporto que algunos descerebrados nacionalistas catalanes provoquen a los legionarios en su sede de Barcelona. Y no soporto que estos cavernícolas se arropen de banderas nacionalistas españolas y entonen su necrófilo himno en el metro de Barcelona. No soporto a mis conocidos que llevan años boicoteando los productos catalanes… porque con españoles de ese talante se entiende que los catalanes se quieran ir del estado español. No me gusta que los catalanes se inventen una historia ad hoc para crear nacionalistas catalanes como rosquillas insípidas. No me gusta que amigos y conocidos apelen al ejército como garantes de una pretendida sacrosanta unidad de España. Parece que están deseando ver a españoles reprimiendo a catalanes porque no se sientan españoles. Y eso pasa con el plácet de una constitución que sirvió en su momento, pero que ahora está superada. Ni me gusta ver a algunos de nuestros militares (aunque sean tres gatos) recordando entusiasmados cual es su función constitucional: mantener la unidad de España… y yo me preguntaría si hay que mantenerla por encima de la voluntad de un pueblo. La tarea constitucional de nuestro ejército debería ser mantener nuestra seguridad y defendernos de un enemigo externo, la pena es que está a sueldo de políticos nacionalistas que no quieren comprender otros nacionalismos tan ridículos como el suyo. Porque una cosa es que muchos o pocos catalanes sean unos antipáticos nacionalistas que se quieran marchar, y otra es que sean mis enemigos. Por mucho que lo diga la constitución, la unidad de una nación no se puede mantener a cañonazos… y si lo dice, hay que cambiarla.


...si en un piso cohabitan diez personas y dos se quieren marchar, no hay referéndum que valga. Si no hay posibilidad de convivir, se irán a otro lado. Cualquier otra componenda es un secuestro.

jueves, 17 de septiembre de 2015

La luz

Hace falta una evolución biológica sin precedentes, y un proceso cultural vertiginoso, para que algunos hombres sepan pintar la luz. He visto cuadros de Caravaggio —en no recuerdo cuales iglesias de Roma— que me han dejado sin habla. Cada vez que me detengo delante de las Meninas trato de entender cómo ese hombre se las apañaba para convertir una simple tela en un espacio profundo, usando apenas unos pigmentos coloreados. Y lo hacía alternando luz y penumbras… No entiendo cómo era capaz de construir tal volumen sobre una superficie.

Tampoco entiendo los brochazos que planteaba Sorolla en sus telas. Que cuando te acercas son manchas de color sin forma y sin aparente intención… ¡y cuando te alejas tres metros se convierten en luz sobre piel humana! ¿Cómo lo hace? ¿Qué composición neuronal ha ocurrido en esa mollera para crear tal belleza?

A veces, yo mismo he jugado con la luz tangencial del amanecer sobre la mesa de un laboratorio de pólvoras... A mi nivel, y con mis limitaciones, buscaba sombras y luces que normalmente pasan desapercibidas. No sé muy bien con qué intención buscaba no sé qué cosa… 



Ayer caminé despacio con unos amigos, y conversamos de cosas tranquilas. A veces es indispensable sumergirse en la realidad sosegada, y dejar la política y las crisis en sus mundos hostiles. Es bueno distanciarse de lo áspero de la vida y crear un universo propio en el que quepan cosas amables. En la galería de arte exponía Isabel Guerra, una monja autodidacta a la que llaman ‘la pintora de la luz’. Y es cierto. Uno queda asombrado de la capacidad que tiene para crear resplandores. Decía Luis María Ansón en su panegírico sobre la pintora que «…no pinta las mujeres, las telas, las maderas, los cestos, las niñas, las frutas, las vasijas, las mesas, los bodegones. Eso son pretextos. Pinta las luces que los envuelven y dan forma»

Me dejó cavilando la idea-imagen que describe Ansón. Los hombres siempre dando vueltas sobre los mismos conceptos. De nuevo no existen las cosas, existe la luz que reflejan. Platón en estado puro.

La imagen: "Testigo de la esperanza", 2014. Isabel Guerra. Tomado del catálogo LA MODERNIDAD DE UNA PINTORA. Exposición en el Centro Cultural Casa de Vacas. Parque del Buen Retiro, Madrid, 2015


martes, 15 de septiembre de 2015

Veremos caer el muro del cementerio

Hace más de cuarenta años, cuando corrían los primeros de la década de los 70 del siglo pasado, la esbelta cruz botonada aún seguía coronando el pórtico piramidal. Y, desde luego, no era la primera generación de niños que jugaba en el camposanto abandonado. Los de la Casería lo venían haciendo desde hacía décadas.

Paquito y Antoñín cuentan que por esos años –los primeros de los 70- la puerta del Cementerio de los Soldados estaba tapiada, pero eso no planteaba el menor inconveniente para colarse. No hay disuasión posible que evite la curiosidad de un niño ante el reto de un cementerio abandonado. Ellos entraban a través de un boquete en el muro, justo el que daba junto al viejo osario.


Por entonces era un boquete angosto, pero el tiempo y los procesos químicos y físicos –sin olvidar la barbarie de algunos- lo han ido agrandando hasta dejar la última hilada de ladrillos, y el copete que la corona, en una situación muy inestable.

Hace muy poco tiempo hemos perdido el dintel barroco de la puerta del Molino de Mareas de San José. Se ha caído a fuer de omisiones y dejadez… ¿Veremos caer este trozo del Cementerio de San Carlos a pesar de la evidencia y la denuncia, y a pesar de ser un BIC y formar parte del Mapa de la Memoria Histórica de Andalucía?


Sí. Lo veremos…

sábado, 12 de septiembre de 2015

Diez pasos, diez segundos

Hay dos hombres hurgando en la basura de un contenedor. Ambos de tez curtida por mil días, y resecadas por los aires de mil aceras. Uno de ellos mira al otro, más diestro en valorar lo que encuentra y en decidir qué es válido y qué es basura de verdad. Parece un profesor ilustrando a su pupilo…



…les veo al pasar. Hablan español, como yo. Son mis compatriotas. Apenas diez pasos y diez segundos después he pasado a otra dimensión, estoy a distancia segura del submundo anterior. No les he mirado directamente porque me avergüenza la situación. No lo puedo evitar: de alguna forma me siento responsable. Mantengo la mirada baja, como si aparentar ensimismamiento en mis cosas me aislara de la realidad… 

…es lo que hacemos pocos o muchos. Vamos por las calles constatando que vivimos en mundos paralelos que se solapan precisamente en el cubo de la basura, y luego seguimos nuestro camino. Lo hacemos con los sin techo que duermen en cajeros y rebuscan en los contenedores. Lo hacemos con los refugiados que pierden su país y buscan otro que sea más decente. Ocurre con los sedientos y con los hambrientos de esos lugares sin cosechas porque los poderosos quieren el mineral de más abajo. Lo hacemos mucho —desviar la mirada del cubo de basura, digo—… lo hacemos con todos aquellos que únicamente tienen una vida desgraciada y nos incordian porque quieren vivirla con dignidad. Y veo, y escucho y leo a muchas o pocas personas que me rodean, cómo criminalizan a estos pobres miserables porque buscan aquí, entre nosotros, el pan, el agua, el trabajo y la seguridad que a nosotros tanto nos ha costado. 

Mientras tengamos a nuestros miserables rebuscando en las basuras ¿cómo coño vamos a darles un sueldo de 400 euros a los miserables extraños? Además, si les dejamos entrar, se nos van a colar los terroristas esos que degüellan y queman cristianos… ¡¡¡Santiago, y cierra España!!! 



Pero esta gente son las víctimas, no son los criminales…

Yo no apelo a la solidaridad de la gente para solucionar esto, ni a la comprensión ni a la empatía. Exijo a los que gobiernan que muten sus entendederas y alcancen de nuevo la condición de humanos críticos y sintientes. Porque NO ES POSIBLE aceptar que este sistema económico mundial sea capaz de generar cien billones de dólares en tiempos de crisis (succionados de las rentas más bajas) para que queden a disposición de muy pocos humanos. Esos son los realmente miserables y terroristas, a ver si los señalamos de una jodida vez. NO ES POSIBLE aceptar que, al mismo tiempo que se genera esa cantidad inentendible de recursos económicos, este sistema no sea capaz de intentar una mínima redistribución de la riqueza y una mínima mengua de la miseria. No es posible. No es posible. No es posible…

Los enemigos no son los miserables que buscan en las basuras, ni los que huyen de un país. Seguimos sin identificar al verdadero enemigo del planeta, de los pueblos y de la gente. Los enemigos son la dictadura de una élite criminal financiera y sus cómplices, los que callan y les siguen el juego sucio haciendo políticas de franquicia neoliberal… Y ellos son los que gobiernan el mundo aprovechando nuestra ceguera.

jueves, 10 de septiembre de 2015

Tal vez un ramalazo de misoginia

La señora protesta por el café. Lo hace con impertinencia y con el ceño fruncido. Me parece que si alguien le hubiera dicho en su juventud que se ponía así de fea, ahora sería otra cosa. Parece ser que el café estaba demasiado oscuro para su gusto. Ha refunfuñado un ratito contra la camarera mientras buscaba la complicidad de la señora de la mesa contigua. Al final ambas descubren que van al mismo médico y se sienten más cercanas y solidarias porque comparten algo vital en estas edades. Pero se quejan de que nunca las recibe a la hora de la cita, ¡Vaya por Dios! Luego, entre las dos, han arreglado las cosas de la sanidad pública andaluza. Y todo esto lo comentan sin complejos, a voces tan notables que servidor se entera sin esfuerzo a tres mesas de distancia. Esto no pasa en Copenhagen… en Roma sí.

La camarera acaba trayéndole un café clarito, como quería la del ceño fruncido. Lo hace sin rechistar, y encima le quita hierro al asunto con mucho oficio… Nada mujé, yo te lo cambio ahora mismito y no pasa ná… Pero a la señora le cuesta alisar el ceño. (Alguien se lo tendría que decir, pordió)

 De la serie Furtivas. Carnaval de Cádiz, 2015

¡Caramba! Mientras escribía esto se ha sentado delante de mí una chica monísima. Se ha colocado entre servidor y la estatua del general franquista bilaureado, el que aún preside la plaza. No creo que la chica llegue a los cuarenta añitos. Morena, pelo cortito y vestida con una camisa blanca sueltecita, sin cuello. Lleva una carpeta portafolios y el camarero le ha llevado un café y media tostada... ¡Jolines! Ya no estoy relajado. Tiendo a mirarla de vez en cuando, a hurtadillas. Pero está muy cerca y me incomodaría que las miradas se encontraran. 

No sé... A servidor le parece que las relaciones entre humanos siempre son sexuales.  Es inevitable. Nos condiciona el sexo del que tengamos delante. Las poses, las miradas, la inflexión de la voz, la complicidad que se establece —si se establece—, etc., surgen en función del otro. Y para superar ese inevitable juego de seducción, es decir, para establecer una relación entre personas por encima de su condición de género, al margen de sexos, hay que interponer con decisión —y con voluntad consciente— una educación que se superpone a lo atávico y lo anula.

La chica se levanta y resulta que usa unos pantaloncitos cortos que le sientan la mar de bien (¡…si llega a ser un hombre ni lo habría mirado!) Cuando se marcha me quedo más tranquilo.

No sé… ¿Será esto un ramalazo de misoginia o simplemente será lo que tiene que ser?

viernes, 4 de septiembre de 2015

Parece un muñeco abandonado en la orilla



Parece un muñeco abandonado en la orilla. Me obsesiona lo blanco de su piel y la inmovilidad. No se me va de la cabeza. Aylan Kurdi tenía 3 años y era tan inocente como mi nieta. El niño sirio permanece en la retina de cada uno de nosotros. A veces, cuando más adormilamos nos ha dejado este pobre sistema de valores, aparece un icono visual que nos revuelve las tripas y nos coloca de nuevo entre los seres sintientes. Y si, después del impacto, no salimos a las plazas a gritar el crimen, el individuo que somos nos acusa de indiferencia… pareciera que observar la escena desde la comodidad de una casa nos mutara en silentes cómplices del crimen. ¡Y creo que lo somos! Lo somos por permitir que, en cada uno de nuestros países, gobierne la codicia, y lo haga con nuestra venia. La inmensa mayoría de los ciudadanos no somos como los gobiernos que dicen representarnos.

Es fácil —como diría mi amiga— elucubrar sobre lo divino y lo humano desde la comodidad de la terraza del 44 (…hoy una palmera me tapa la funesta visión del primer marqués de Varela, el valiente general franquista)

— Pues, entonces: ¿A quién hay que matar, sheriff?

Si todo se arreglara matando a un culpable —como si fuera fácil señalar un culpable expiatorio— pero me temo que las cosas no van por ahí. Habría que modificar todo un sistema de valores que no estima precisamente lo humano, sobrestima los valores económicos por encima de cualesquiera otros. Y este sistema no se deja matar. Tendríamos que ir todos a una, pero el enemigo es hábil y poderoso, y nos fragmenta con pequeños matices, medias verdades y medias mentiras. Siempre lo hace así, y siempre nos vence.

Mientras tanto veremos como unos hombres tratan a otros hombres más desafortunados como a molestos insectos. No es que sean mejores o peores, ni unos ni otros, solo tontos manejables o desafortunados. Y, mientras tanto, el criminal sistema sigue jugando a su favor, convirtiendo en sus cómplices a los tontos útiles como servidor. 

Y eso —tontos útiles o desafortunados— lo puede ser cualquiera de nosotros… cualquiera de los de abajo, digo. Que los de arriba sólo pisan moquetas sin polvo, y hablan, y hablan, y hablan…