miércoles, 22 de octubre de 2014

El cementerio de los Ingleses


No sabría explicar por qué, pero uno se embelesa entrando en las ruinas de una casa. Me gusta vigilar cómo, año tras año, se van ensanchando las grietas en los viejos muros, observar las techumbres caídas y comprobar que hasta las vigas más recias acaban vencidas por la carcoma y el tiempo. Y me gusta rebuscar en el suelo, entre el amasijo de tejas y cascotes, indicios de la gente que las habitó. Una vez, en las ruinas de una casa, por la sierra del Caurel, en Lugo, encontré una vieja hoz… y desde entonces rebusco inútilmente algo así en cada casa abandonada. 

Entrar a husmear en estas ruinas también sirve para comprobar que los hombres somos unos vándalos, y que tenemos una tendencia perversa al desorden en cuanto cualquier situación ya ha comenzado a desordenarse (busque el lector el llamado Síndrome de las Ventanas Rotas, que es un curioso ejemplo de cómo nos enfrentamos al desorden)

Siempre imagino que otros hombres, en otro momento, las construyeron; piedra sobre piedra, arrejuntadas con cal y arena, y les dieron uso. Seguro que hubo gente que allí nació y murió; gente que disfrutó de un atardecer apacible en la puerta… Todo lugar viejo tiene viejas historias guardadas, y me gustaría conocerlas, o imaginarlas, pero casi nunca es posible.

Hay en San Fernando, a orillas de la Bahía de Cádiz, muy cerca de la llamada Casería de Osio, un viejo cementerio completamente abandonado. No tiene cruces, ni tumbas, ni mausoleos, ni lápidas. Nadie diría que fue un cementerio. Sólo queda una puerta, restos de un altar y parte de los muros perimetrales que se van deshaciendo a pasos agigantados. Decir que las viejas piedras de un cementerio están ligadas a la muerte no es decir gran cosa… pero en este caso, creo que sí, que sus muertos tienen una historia que debería ser recordada.

Cuentan los que saben de estas cosas que el Cementerio de los Ingleses se construyó en 1809, en el contexto de la Guerra de la Independencia contra Napoleón, para enterrar a los franceses (sí, a los franceses) que murieron o sobrevivieron a la batalla de la Poza de Santa Isabel:

El 2 de Mayo de 1808 los madrileños se sublevan contra el poder francés y son masacrados sin piedad. El ejército galo deja de ser una fuerza aliada… ahora es el enemigo a batir.
«Mientras tanto la escuadra francesa que sobrevivió a Trafalgar, mandada por el vicealmirante Rosilly, seguía atrapada en Cádiz. Estaba formaba por los navíos Héroe, Neptune, Venceteur, Plutón y Algeciras, y la fragata Cornelia y se encontró en una situación insostenible porque los acontecimientos del 2 de Mayo y el asesinato del gobernador de Cádiz, General Solano, tenido por afrancesado, la habían convertido, de la noche a la mañana, en una fuerza enemiga sin posibilidad de escape. Por un lado, la flota inglesa bloqueaba la salida a mar abierto, y por otro la creciente hostilidad española, a pesar de los intentos negociadores del nuevo gobernador, General Morlá, obligaron a Rosilly a refugiarse, el 30 de mayo, en el único punto donde las baterías que se montaban en la costa no pudieran alcanzarle: la llamada poza de Santa Isabel. “Acoderándose de manera que en un momento dado, pudiera batir con facilidad el Arsenal y los polvorines de Fadricas”. Su única salvación era resistir y esperar a ser rescatado por las tropas del general francés Dupont, que avanza hacia Bailen, o embocar el caño de la Carraca y atacar el Arsenal.»
La Heredad de Fadrique, 2003. Pág. 190
Pero Dupont no llegó a tiempo. Las baterías españolas, diseminadas por toda la línea de costa, junto con los navíos y lanchas sutiles españoles, consiguieron la rendición y captura de la flota francesa con 3.676 hombres… Y un mes más tarde, tras la derrota en Bailen, llegaron a la bahía 17.350 nuevos prisioneros franceses. Una vez llenos los penales de que se disponía en Cádiz, ¿qué hacer con esa cantidad de hombres? Fueron hacinados en los llamados sepulcros flotantes; pontones-prisión (viejos navíos desarbolados) fondeados en mitad de la bahía. Es una vergonzante historia que recupera Lourdes Márquez Carmona en su libro RECORDANDO UN OLVIDO: Pontones Prisiones en la Bahía de Cádiz. 1808-1810 INVESTIGACIÓN - Editorial Punto Rojo…

…faltos de agua, comida y atención sanitaria, la mortandad en los pontones fue enorme, y la necesidad de habilitar un nuevo cementerio, evidente.


Lo cercó con un muro el ingeniero militar Antonio Prat, destinado en el Arsenal de la Carraca. Usó los materiales propios de la zona, piedra ostionera. Y cuando en febrero de 1810 la Grande Armée puso cerco a San Fernando y Cádiz, los ingleses se convirtieron en aliados, y lucharon a nuestro lado contra el francés…

La fantasía popular y las leyendas urbanas de la ciudad dicen que los soldados y oficiales ingleses muertos durante el asedio del general Dupont, entre 1810 y 1812, fueron enterrados en este cementerio militar, que desde entonces se nombra cementerio de los ingleses. Hay quien aún recuerda haber visto lápidas con nombres extranjeros por el suelo… Dicen que ya no quedan restos ni de franceses ni de ingleses, que se los llevaron en las primeras décadas del siglo XX. 

Y también dicen los que conocen otros tiempos que junto a los muros del cementerio fueron asesinados hombres que no se sumaron a la sublevación fascista contra la II República Española… que son muertos que merecen justicia y el recuerdo de todos nosotros.

Y mientras eso pasa, cada año caen las piedras de los viejos muros del cementerio… las que fueron testigos mudos de los crímenes.

martes, 14 de octubre de 2014

12 de Octubre: Día de la raza

Ha llovido mucho está noche y la plaza del Rey sigue mojada a esta hora. Sin embargo, a pesar de los chaparrones, las cubas del servicio de limpieza están baldeando la plaza… No lo entiendo. Tampoco entiendo que los aspersores estén regando el césped del Barrero a pesar de estar todo encharcado. No es malo que este tipo de cosas se ajusten a un protocolo. Pero se ve que siguen un protocolo sin alma, y que son incapaces de sobreponer una voluntad racional sobre los automatismos. Racionalizar el gasto debería consistir MÁS en cuidar  estos detalles y MENOS en recortar salarios y servicios públicos.

— ¿Raciona-qué?
— Déjalo, Arturito. Otro día te lo explico…


El sin techo sigue sentado en su banco de granito, a pocos metros del 44 y frente al culo del caballo que monta el militar bilaureado. El general de bronce es hijo predilecto de San Fernando e insigne receptor de los sobornos de Churchill para que influyera sobre don Francisco y no entráramos en la 2ª Guerra Mundial. Pero no creo que al sin techo le preocupen los antecedentes del general Varela. Lleva sus dos maletas y su mochila forradas con plásticos del Mercadona; eso sí le preocupa. Hoy viste de otoño, con una cazadora de cuero, un pantalón de corte militar y una gorra azul marino. Sigue bebiendo de su litrona a pequeños buches y fumando un tabaco de papel color chocolate. Deja pasar el tiempo mirando al frente, al edificio de Correos. Cada vez que le veo así no dejo de preguntarme qué cosa esperamos de la vida cada uno de nosotros…

La lluvia de esta noche ha empapado los pendones de la ciudad. Pendían del viejo y ruinoso ayuntamiento, un soberbio edificio del XVIII que no hay forma de restaurar. Ahí estaban las banderolas de paño granate que me recuerdan los colores de Semana Santa… prácticamente lo único capaz de movilizar a la gente en este pueblo. Sirvieron para engalanar los actos del 12 de Octubre, Día Nacional de España. Tal día como ese, por lo visto, Colón descubrió el Nuevo Mundo…
…y los nativos descubrieron que eran indios, descubrieron que vivían en América, descubrieron que estaban desnudos, descubrieron que existía el pecado, descubrieron que debían obediencia a un rey y a una reina de otro mundo y a un dios de otro cielo, y que ese dios había inventado la culpa y el vestido y había mandado que fuera quemado vivo quien adorara al sol y a la luna y a la tierra y a la lluvia que la moja. 

Eduardo Galeano. Los hijos de los días. 

Desde luego fuimos un regalito para los nativos de aquellas tierras. Recuerdo que durante mi niñez, cada 12 de Octubre era el Día de la Raza. Franco recuperó tal denominación en 1940. Si Hitler tenía su raza aria, nosotros teníamos la nuestra propia: una raza hispánica forjada de la fusión de pueblos y culturas de ambos lados del Atlántico. No íbamos a ser menos que los nazis… Al final hubo que cambiar el nombre de la fiesta por obvias razones, y desde 1958 se llamó Día de la Hispanidad, una jornada con desfiles e himnos militares que extraían lágrimas y sollozos patrios. Hoy me parece que pasa sin pena ni gloria como Día Nacional de España… apenas sirve para ver a las infantas, tan rubias y tan monas ellas, y a la legión capitaneada por una cabra. Muy propio todo.

España es un país extraño. Yo diría que inconcluso, en construcción y/o deconstrucción… Nuestro himno no tiene letra, ni posibilidad de consensuarla. Personalmente, cualquier letra que inventaran me iba a parecer una sublime horterada, por no decir una imbecilidad para consumo de simples. Ni tenemos un día nacional indiscutible… haber encontrado un continente para la cristiandad y la rapiña no creo que sea un mérito objetivo, y rememorar la tropelía aún peor. Y, para colmo, ni siquiera tenemos cerrada ni concluida la convivencia entre los pueblos peninsulares… porque, la verdad, tampoco era cierto que fuéramos una Unidad de Destino en lo Universal. ¡Menuda tropa somos!

Pero seguramente no es tener un país inconcluso lo que preocupa a la gente, ni que el himno no tenga una letra decente, ni que el día nacional sea un invento metido con calzador… lo que la gente quiere es ser feliz y eso pasa, inevitablemente, por ser gobernados por gente de confianza, gente que trabaje para construir un Estado que ampare con justicia a toda la gente.

jueves, 9 de octubre de 2014

El viajero solitario: Medina Sidonia


A veces olvidamos que ahí afuera hay un mundo abierto por todos lados y, a pesar de tal maravilla, nos empeñamos en vivir encerrados entre cuatro paredes que aprisionan la vida. Por eso tengo que salir de casa, para confirmar que existe un espacio abierto y libre de miserias humanas, que no sabe de ébolas, ni de ineptos, ni de políticos corruptos. Hoy he vivido el atardecer camino de Medina Sidonia. Ha sido una estupenda tarde de otoño, luminosa, de sol cálido y brisa fresca. He circunvalado Chiclana y pasado cerca del ‘Velódromo de los Niños Salvajes’, allí donde me las apañaba para aplacar a los niños más intratables e indómitos que he conocido en mi vida… algún día contaré esa historia. Y he pasado por la puerta del Cementerio Mancomunado. Un sitio apacible, sin duda, y tentaciones he tenido de entrar para dejar pasar el tiempo entre sus cipreses.

Recuerdo que hace quince años todas las tarde hacia ese camino escoltando el entrenamiento de un grupo de ciclistas. Entonces era una carretera pequeña y solitaria, sin arcén y flanqueada de arboles. Ya no es así. La nueva carretera ha dejado aislado un poblado llamado El Berrueco… donde los adultos esperábamos al pequeño pelotón tomando café en una venta. Hoy, la venta está abandonada y tapiada, y todo aquello parece un poblado fantasma. Los jóvenes ciclistas llegaban a Medina subiendo por la cuesta de la Venta del Carbón, o por el otro lado, por la Venta de la Viuda, una cuesta que los chavales llamaban ‘La Pared’. Miedo me daba verles bajar esa pendiente en una bici tan frágil… Y viéndoles comprendí que el último ciclista del pelotón es un auténtico superhombre.

Hoy he pasado por el lugar donde Álvaro metió la rueda delantera en una grieta del asfalto y se cayó de la bici. Y por el lugar donde don Eduardo, entre los eucaliptos y las chumberas, reclamó un día a las perdices. Y reproducía el sonido tan fielmente que se le acercaron dos hembras. Luego está la Venta del Carbón, donde hace años, uno de los camareros le tiró los tejos a mi cuñado Paco… El no se acuerda, pero yo sí.

La plaza de Medina Sidonia es rectangular. Una luz diáfana, extraordinaria, ilumina los edificios blancos que la flanquean. En uno de los extremos, el ayuntamiento. Neoclásico, seguramente de finales del XVIII. Y en el otro extremo, varias terrazas repletas de clientes que disfrutan de los últimos momentos de sol. La plaza está atestada de niños. El griterío es ensordecedor… se ve que se lo pasan bien. Desde el azucarillo del café, Einstein reflexiona: “Preocúpate más por tu conciencia que por tu reputación, porque tu conciencia es lo que eres y es tu problema. Tu reputación es lo que otros piensan de ti, y lo que piensen los demás es problema de ellos”. No sé, cada día aparecen más frases atribuidas al bueno de Alberto, y a este paso habrá un dicho suyo para cada aspecto de la vida… como en la Biblia o El Corán. Y eso no puede ser bueno.

Una abuela da la merienda a su nieta… ambas van en silla de ruedas, una porque es pequeña, la otra porque es mayor. Un grupo de turistas nacionales —parecen jubilados, más por la forma de vestir que por la edad—, siguen a una joven que enarbola una banderita roja. No me gusta la condescendencia con que los trata…

En las mesas de la terraza no se perciben malas caras. Todo gira en torno a risas y confidencias. Cuatro mujeres, de unos cuarenta años, guapas, profesionales —tal vez docentes—, ocupan una mesa. Una de ellas está recibiendo quimioterapia y cubre su cabeza con un pañuelo. Es la que más ríe, y cuando lo hace se le achinan los ojos. Me gusta mirarla a hurtadillas. Me recuerda a mi compi. Se las ve con unas ganas enormes de vivir el momento.

La nieta no tiene dos años todavía, es rubia y tiene encima de la cabeza tres pelos pillados con un lazo rosa. Cuando termina la merienda llega su madre y se lleva a las dos a través de la plaza, a la abuela y a la nieta, cada una en su silla de ruedas, una porque es pequeña, la otra porque es mayor.

Una de las cuarentonas me mira de vez en cuando. Me gusta que lo haga, pero desde mis sesenta y dos las veo como inalcanzables objetivos sexuales. La que me mira de vez en cuando enciende un cigarrillo, y la que se ríe de su quimioterapia le pega un tortazo en la mano, seguramente escarmentada. ¡Leñe, que tires eso! Le increpa. No llevan faldas. Todas visten pantalones...

…es verdad, ahí afuera hay un mundo amplio, habitado por hombres y mujeres libres, que viven su día a día al margen de las miserables manipulaciones humanas. Gente normal, no contaminada, que se relaciona en la plaza de los pueblos, allí donde no llegan periódicos, radios ni televisiones.

Sí, se nos olvida que hay un mundo más amable.


sábado, 4 de octubre de 2014

La normalidad criminal

En enero de 2013, el ministro japonés de finanzas —uno de los empresarios más ricos del Japón, por cierto— dijo a los ancianos de su país que se dieran prisa en morir. ¿Qué lógica utilizó para decir semejante cosa? Una lógica mediante la cual el Estado no debe gastar tanto dinero en la atención sanitaria de carcamales que ya no sirven para incrementar la riqueza del país. Es la lógica de la ortodoxia paleoliberal que gobierna el planeta globalizado: el máximo beneficio privado.

Poco después, un informe del FMI alertaba del enorme gasto que supone para los gobiernos el pago de las pensiones y, en consecuencia, el peligro que implica para la estabilidad financiera de los países. Es decir, en esta lógica demencial, que los jubilados vivan más de lo que se espera de ellos, es un desastre para las finanzas. ¡Qué se habrán creído esta panda de carcamales! ¡Que les vamos a tener que pagar sus pensiones y sus gastos médicos hasta que se mueran!

Pero no hay que irse muy lejos, en Cádiz, la Tacita de Plata, se edita un periódico gratuito que se llama Viva Cádiz, que cuando comenta los presupuestos españoles para 2015 dice que habrá poco dinero para políticas sociales. ¿Pero por qué hay poco dinero para políticas sociales? Pues porque hay que pagar demasiadas pensiones... Viene a decir que si hubiera menos pensionistas tendríamos una mejor atención social. Señalar a los pensionista como culpables de una decisión política es, simplemente, una burda manipulación periodística y, además, implica un comportamiento cómplice con la nueva 'normalidad criminal'.

Son pequeñas ideas que van cayendo un día, aquí y allá, que se repiten una y otra vez hasta que entran a formar parte del ideario básico de la gente. Las pensiones son una carga para las cuentas del Estado, y eso es malo para la creación de empleo... Son ideas que acaban formando parte del 'sentido común' al que le gusta remitirse nuestro presidente para justificar precisamente los ataques a una sociedad solidaria. Y así van conformando una nueva normalidad social, eliminando humanidad, descartando empatía y excluyendo la ética de toda decisión política... Y sin humanidad, sin empatía y sin ética no tenemos elementos para discernir los comportamientos criminales que impone la casta que nos gobierna. 

Y, por último, hace unos días la presidenta del Círculo de Empresarios de España lanzó otra de las ideas criminales que van conformando poco a poco la normalidad en esta mierda de sistema paleoliberal que nos ha impuesto la despótica minoría financiera:

“…lo único que os digo es que prefiero (contratar) una mujer de más de 45 o de menos de 25, porque como se quede embarazada, nos encontramos con el problema”

(Ver vídeo: > http://circulodeempresarios.org/sites/default/files/estaticos/intervencion-sra_monica_de_oriol_-_3min.mp4)

‘Lo normal’, según esta señora, es considerar problema a una mujer que queda encinta mientras trabaja, porque se reducen beneficios y porque baja la productividad de la empresa, ese sacrosanto ente que ha sustituido a la persona como eje del pensamiento. ‘Lo normal’ para estas mentalidades mercantilizadas es condenar a las mujeres al ostracismo laboral porque sean potencialmente fértiles y, por tanto, potencialmente problemáticas. Y seguro estoy que infinidad de empresarios piensan lo mismo porque esto ya forma parte del nuevo ‘sentido común’…

Este nuevo concepto de la normalidad ha extirpado de cuajo la ética que nos permitía pensar en las personas como sujetos de atención. Antes, en el viejo mundo, los entes económicos estaban al servicio de las personas… ya no. El sistema paleoliberal de valores nos ha privado de la empatía necesaria para humanizar las relaciones entre personas en un contexto laboral. Ha convertido a las personas en cosas prescindibles porque solo importa el máximo beneficio privado. Es la única ley… y bajo ese paraguas la señora Oriol dice que una mujer embarazada es un problema para la empresa y, por extensión, cualquier persona susceptible de padecer enfermedad que mengüe la productividad. Puro 'sentido común'. Y se recortan derechos laborales, y se bajan salarios, y se extinguen prestaciones, y se menguan atenciones sociales, y se merman la educación y la sanidad públicas, etc., etc., etc. Puro 'sentido común'.


Esta es la nueva normalidad criminal. Este es el sentido común de los políticos neoliberales, que encaja perfectamente NO CON EL BIENESTAR DE LAS PERSONAS, sino con los intereses egoístas de una minoría financiera que maneja todos los hilos del poder político.