martes, 29 de abril de 2014

La palmera de los vientos

Hoy la palmera cimbrea hacia poniente. Suave. Normalmente la observo cuando subo la persiana por las mañanas. Lo hago sin miramientos porque me gusta que ella proteste desde la cama y se tape la cara con la sábana. Pero no le hago caso y le digo que ya es de día, que se pasa toda la noche durmiendo y que ya está bien. Es entonces, mientras ella me recuerda lo cruel que soy, cuando miro la palmera para ver hacia donde cimbrea. En el sur es importante saber de dónde sopla el viento porque eso condiciona el día. No es lo mismo un poniente que un levante. No es lo mismo.


Me gusta que sople brisa de poniente porque en verano es más fresca y en invierno trae lluvias... Pero eso no depende de uno. No depende de nadie...

...hace años que los vientos traen malos presagios. Nos van dejando remolinos de basura en las esquinas y se llevan retazos de dignidad. No es una brisa fresca bajo un sol cálido lo que nos llega. No, no es eso. Los vientos traen tanta tierra en suspensión que apenas puedes abrir los ojos, y si los abres, lo que vislumbras son pesadillas. Por eso los mantenemos cerrados la mayor parte del tiempo... Por eso, mientras tanto, los miserables se han llevado la igualdad de oportunidades para nuestros hijos y han desmantelado las bases de la convivencia que teníamos.

La palmera es una washingtonia alta y delgada, encastrada entre edificios, y está sana porque no le gusta al picudo rojo. Por ahí se va a escapar. Ahora que empieza el buen tiempo pasó muchos momentos mirándola entre lecturas, notas y tallas...

...y uno se pregunta si mirar cómo cimbrea una palmera es todo lo que puedo hacer.



domingo, 27 de abril de 2014

Libre flujo de la información

Me parece que nada, ningún aspecto de la gestión pública, debería ser inaccesible al ciudadano. No puede haber secretos en la información que se maneja para tomar decisiones municipales, autonómicas o estatales. La información que atañe al ciudadano —prácticamente toda— tiene necesariamente que entrar en un flujo abierto y accesible para todos los que estén interesados... entre otras cosas porque es nuestra, no de ellos, de los que elegimos con nuestro voto y actúan en nuestro nombre.

Tenemos derecho a acceder a toda la información en cualquier momento, sin cortapisas, sin depender de gracias volubles, sin trámites o solicitudes engorrosas. Toda la información pública —o la privada cuando toque aspectos públicos­— tiene que estar a disposición de la gente a través de internet porque ya es posible y porque los ciudadanos no necesitamos la tutela de nadie, de ninguna administración paternalista que nos diga qué tenemos que saber o desconocer. Si las autoridades tuvieran que mostrar públicamente toda la información que genera la gobernanza de ciudades, regiones y estados, y los ciudadanos pudiéramos comprobar la oportunidad de la misma, su veracidad, lo ajustado al buen hacer y la honestidad de la intención, ya se cuidarían mucho de gobernar sin corrupción y de utilizar los recursos públicos de manera razonable.

Pero me temo que la Ley de Transparencia que nos tienen prometida los que nos gobiernan será otra engañifa, porque si la información estuviera realmente a disposición de la gente, entonces la casta dominante estaría expuesta a quedar con las vergüenzas bien visibles. Y eso no es bueno para ella porque es el primer paso para perder el monopolio del poder.

Se nos olvida con frecuencia que es el pueblo el que tiene el poder y el que lo delega en sus elegidos, sin que ello signifique otorgar una carta blanca para que hagan y deshagan a su antojo. Si no accedemos directamente a toda la información será fácil quedar al pairo de los opinadores a sueldo, condicionados ideológicamente por los medios, manipulados por intereses espurios y, sobre todo, alejados del poder. Y eso es precisamente lo que quiere la casta de políticos que nos gobierna actualmente, mantenernos alejados de la información y cercanos a la manipulación, porque un pueblo desinformado difícilmente puede molestar al poder.

Los aparatos de los partidos políticos tradicionales se han convertido en una casta acostumbrada a la impunidad política y judicial gracias a la desinformación de la inmensa mayoría de la gente. Estos —y me refiero a los aparatos de los partidos y no la inmensa mayoría de ciudadanos que se dedican a la política— son una casta que ha dejado de gobernar para la gente y centra sus esfuerzos en colocar en la administración a sus fieles adeptos, defender los intereses del poder financiero, dueños y señores de la deuda de tales partidos y, sobre todo, garantes del futuro personal de la casta gobernante. Una casta endogámica, paternalista, que nos trata con indulgencia y nos considera carne de manipulación, mercancía estadística y excusa necesaria para seguir medrando en nuestro nombre.

Y sin información es imposible tomar decisiones correctas, y sin educación es imposible interpretar la realidad con sentido crítico. Eso es lo que están haciendo nuestros malos políticos, mantener a la gente alejada de la conciencia crítica y convencida de que la información es innecesaria en manos del pueblo. De esa manera seguirán impunes sus desmanes. Hay que pedirles cuentas NO cada cuatro años, sino día a día, y para eso es indispensable conocer lo que hacen, lo que no hacen y, sobre todo, lo que esconden. Sólo así dejaremos de ser comparsas de este viaje a los infiernos en el que nos han metido los políticos corruptos y los vendidos a otros intereses.

Si no es así, la toma de decisiones seguirá quedando en las exclusivas manos de representantes elegidos cada cuatro años... gobernantes del PSOE y del PP que han sido capaces, como nos han demostrado repetidamente, de traicionar el mandato de las urnas sin pestañear.

Tener acceso a toda la información de los asuntos públicos es el primer paso para recuperar la soberanía de la gente. Lo siguiente será desarrollar la democracia directa... porque ya es posible y porque se puede. Por eso habrá que votar a los partidos que propongan abiertamente el libre flujo informativo de cualquier asunto público. El Partido X tiene, como uno de los cuatro pilares fundamentales de su método, la total transparencia de la gestión pública. Creo que hay que comprometerse con las causas que intenten cambiar las cosas... Es el momento.



martes, 22 de abril de 2014

Crónicas del viajero solitario - La Duna vencida

Después de dos intentos frustrados —primero y segundo— este sería el tercer y definitivo asalto a la Gran Duna de Bolonia. En esta ocasión el viajero solitario se rodea de un espléndido grupo de amigos… o, tal vez, fueran ellos los que me recogieran y llevaran en volandas. Este camino no fue silencioso como los anteriores, ocurren risas, conversaciones chispeantes y hasta jadeos cuando la senda se hace penosa jadeos por falta de resuello, quiero decir—.
Playa del Cañuelo
Partimos desde el Faro Camarinal, en la Punta de Gracia, al sur de Zahara de los Atunes. Bajamos a la playa del Cañuelo —esa cala arenosa que no tiene accesos civilizados y la única forma de llegar es atajando por una trocha—, y tomamos el sendero que lleva directamente a las instalaciones militares hasta topar con las alambradas que nos iban a acompañar buena parte del recorrido. Caminar paralelos a ellas nos condujo hasta el acantilado de viejas dunas fósiles que la erosión ha convertido en un entramado de rocas cortantes e imposibles. Por los recovecos, entre las rocas y el mar, crece una especie de enebros marinos que están protegidos. Esta vez la marea está baja y la idea es descender como podamos hasta las piedras de la orilla y bordear Punta Camarinal hacia la ensenada de Bolonia y la Gran Duna…
Acantilados de arenisca en Punta Camarinal
…afortunadamente encontramos un sendero sin necesidad de violentar la alambrada militar. El caminito discurre por el borde del acantilado, sobre una línea de costa muy quebrada e impracticable. Hacia el interior, a pocos metros, a resguardo de las alambradas militares, comienza el bosque de pinos. De todos modos el sendero se extingue abruptamente en un cortado del acantilado y se hace tan impracticable que nos vimos obligados a atravesar las alambradas para poder continuar hacia el sur.
Bordear el acantilado fue imposible. Hubo que saltar la alambrada militar...
La bajamar deja descubierta una plataforma intermareal tapizada de vida marina y plagada de pozas someras. Cada una de esas pocitas es un universo de vida, un microcosmos de diversidad a los que nos asomamos fascinados. Creo que algo atávico surge en los hombres cuando encontramos una zona de marisqueo… parece que aflora el hombre del paleolítico que sobrevive en nosotros, el que rebuscaba en las costas de hace medio millón de años, y nos apasiona. En Ceuta, mi pueblo, muchos domingos nos llevaban nuestros padres a mariscar burgaillos, lapas y cangrejos por la costa africana del Estrecho de Gibraltar, desde la ‘Fábrica de la Peste’ (una antigua factoría de harina de pescado) hasta Benzú… Pocas cosas había tan apasionantes como mariscar todo un día y comer la cosecha hervida en una lata con un poquito de agua de mar.
Plataforma intermareal en Punta Camarinal
No recuerdo el rato que tardamos en atravesar la plataforma intermareal, pero fue un tiempo fascinante. Encontramos innumerables caraxos de mar… servidor sólo los conocía de las letras de carnaval. Perecen gusanos gigantescos y son feos con alevosía, la verdad. Alejandro nos explicó que se defienden expulsando parte de los intestinos, y que tal defensa parece que el caraxo estuviera eyaculando mismamente…
BK y Alejandro observan un caraxo de mar. LU, señala

Un cangrejo de buen tamaño pellizcó a GN y le hizo sangre en el pulgar. Encontré la piedra horadada de un áncora romana. NK vio un caraxo de mar como mi brazo de grande. LU buscaba conchitas y caracolas nacaradas. A la Bala le gustaba encontrar piedras singulares, pulidas y coloreadas. BK acabó superando su asco y cogía todos los caraxos que sacábamos. DV vigilaba desde la arena que los caraxos fueran de mar. Y CH, como una gallina clueca, disfrutaba de la estupenda familia que han formado…

La plataforma intermareal se termina cuando comienza la ensenada de Bolonia. Hay entonces una pequeña franja costera entre las alambradas y la orilla. Encontramos tres embarcaciones neumáticas tipo zodiac destrozadas por las olas y las rocas cortantes. Tres monumentos a la necesidad de los hombres de huir del hambre, de la injusticia y la falta de futuro. Tres demostraciones de lo inútil y cruel que resultan ser las fronteras. Tres muestras de la indiferencia de los opulentos. Creo que nunca deberíamos olvidar quiénes son las víctimas… estos, los que llegaron en las tres embarcaciones, debieron encontrar las alambradas militares a pocos metros de la orilla, como un mal presagio de lo que es Europa para los desafortunados.

Hay dos búnkeres abandonados en este tramo de costa, reliquias de los tiempos en los que el enemigo venía en barco… ahora son inútiles porque el enemigo está dentro, integrado en nuestro modo de vida, forma parte del propio sistema, y nos esquilma los derechos y el futuro sin miramientos, delante de nuestras propias narices. Y poco después encontramos las canteras de calcarenita que usaron los romanos para construir parte de Baelo Claudia.

Canteras romanas de Baelo Claudia

Sí… este camino no fue silencioso como los anteriores. Alejandro contaba cosas de la fauna que encontrábamos, que hasta nos enseñó a comer ciertas flores. A BK y LU no les hacía gracia que saltáramos alambradas militares, y hablaban bajito cuando estábamos dentro, no fuera a ser… NK hablaba de la filosofía del futbol; siempre me recuerda a Valdano cuando lo hace, por el acento y por las ideas que maneja. Alguien dijo que los chimpancés eran del tamaño de BK... y BK se lo tomó a mal, claro. DV también demostraba estar fascinado por la presencia de la Relación Aurea y el número ‘e’ en la naturaleza. Y los mayores escuchábamos orgullosos y maravillados a la generación que nos sigue…

Y fue entonces, después de atravesar las canteras romanas, cuando abandonamos la orilla y entramos en el bosque de pinos tapizado por una alfombra de flores violetas. El sendero discurre paralelo a una carretera militar —alambrada por uno y otro lado, por supuesto— hasta que entre el ramaje alcanzamos a vislumbrar la última lengua de la Gran Duna de Bolonia.

El sueño del viajero solitario estaba conseguido. ¡Gracias, amigos!

Última lengua de arena de la Gran Duna fagocita el bosque de pinos

Esta vez el viajero no anduvo en solitario.
En la cima de la última lengua de la Gran Duna. Abajo, en la ensenada,
las ruinas de la ciudad romana de Baelo Claudia.



viernes, 18 de abril de 2014

Semana tonta

Hay sensaciones encontradas. Tengo amigos y familiares a los que quiero, y tengo conocidos a los que respeto. En ambos grupos los hay que viven la Semana Santa con auténtica devoción, y los hay que quedan fascinados por esa liturgia de olores que embriagan, por la mezcla de silencio sobrecogedor y música estridente, por luces y penumbras sugerentes... Son parámetros estéticos que combinados llegan a conseguir un clímax místico singularísimo. Sin embargo a mi me avergüenza que me identifiquen con estas pantomimas. Ya sé que hay miles de asuntos más perentorios que la Semana Santa… Pero está tan empalagosamente presente —exactamente igual de presente que otros muchos eventos sociales—, y tan concentrada en estos días, que resulta imposible no prestar atención y reaccionar.

Me parece que la Semana Santa es una mezcla de sentimientos que apela a lo atávico, que sirven para identificar a un grupo humano y pertenecer a él. Algo así como un conjunto de sinrazones sentimentales aprendidas desde la más temprana infancia, y sin las cuales ahora permaneceríamos desnudos. Incluso la Semana Santa podría definirse como un tiempo que busca la identidad cultural y sociológica para dar consistencia a un pueblo, incluso a un barrio frente a otro. Siempre llegamos los hombres a la tentación de identificar nuestra propia tribu por oposición a las otras.
De todo un poco hay en esta semana, incluso una difusión patrimonial tangible e intangible, la imaginería prodigiosa, el colorido folclore, la estética en las formas, los comportamientos que se ajustan a frases y poses bien determinadas, los sentimientos a flor de piel… Algo que para muchos es incuestionablemente valioso, para otros resulta fascinante y para algunos más parece ridículo. Muchos o pocos, que no sé, no nos sentimos incluidos en tales representaciones aunque pertenezcamos a la misma comunidad cultural... y esa auto exclusión se percibe como un rechazo al que disiente. Y no me atrevería a señalar desde donde parte el rechazo, o qué o quién lo inicia, pero está latente porque tal vez cada parte se sienta agredida intelectualmente por la otra.
Existe una componente a-racional en todas las manifestaciones masivas, y las que ocurren en la Semana Santa no están exentas. En muchas de ellas, especialmente en las de contenido religioso, se desarrolla una histeria colectiva que se plasma en comportamientos que acaban siendo respetados socialmente, a pesar de su inconsistencia intelectual. Se apela al mimetismo gregario de un rebaño y se denigra la singularidad crítica del individuo. Tan arraigados están estos comportamientos que aquellos que los rechazan se auto señalan socialmente. El político local que no demuestra una adhesión inquebrantable a la Semana Santa de su pueblo apenas tiene posibilidad de salir elegido. Los políticos que quieran serlo, tienen que asistir al pregón engolado, fotografiarse con tal virgen o cual nazareno, o saludar a tal cuadrilla de cargadores para tener alguna posibilidad de ganar una concejalía. Pareciera que los que demostramos indiferencia y/o abominación por la Semana Santa no fuéramos patriotas, no amásemos a nuestro pueblo; pareciera que estuviéramos huérfanos de los sentimientos propios de la buena gente, que estuviéramos al margen de los comportamientos éticos que definen a los honestos y solidarios. En suma, parece que la bonhomía no es una condición que puedan tener los que no sienten la Semana Santa como propia. Y por eso los indiferentes nos sentimos extraños en nuestra propia tierra.

Pero ante todo la Semana Santa es un asunto confesional con ramalazos de intransigencia que es apoyado, desarrollado y mimado por un Estado teóricamente aconfesional. Por eso observar a las enchaquetadas corporaciones municipales, a representantes de los cuerpos de seguridad del Estado, y de nuestras fuerzas armadas, asistiendo como tales al sinsentido de una procesión que parece una pesadilla salida de lo más añejo del anterior Régimen, es, como mínimo, reprobable y objeto de crítica. Nuestros representantes no están para apoyar ninguna confesión religiosa por muy popular que resulte. No es su función ni fueron elegidos para tal cosa. En todo caso deberían participar a título personal, con o sin capirote en la cabeza, descalzos, arrastrando cadenas o dándose latigazos, pero sin representar a nadie más que a sí mismos. Personalmente no pertenezco a este mundo y no quiero que nadie me represente en estos aquelarres místicos. De todos modos, yo observo todo esto como el que mira una jaula de monos... Algo muy interesante, por cierto.
Yo no dejo de preguntarme si el respeto que merecen a priori todos los comportamientos que no perjudiquen a los demás debe silenciar la crítica. O sea, ¿debemos obviar la sinrazón de esta semana apelando al respeto a los sentimientos y a las tradiciones, aunque sean un monumento a la irracionalidad, o debemos opinar libremente aunque cause molestias al personal?
Lo menos que podemos hacer, ya que invaden y alteran nuestras ciudades, y nos hacen sentir vergüenza ajena, es señalar que todo el que se exhibe públicamente se expone a ser observado y criticado… Incluso con acritud, aunque se arropé de religiosidad.

Imagen está tomada de internet, origen indeterminado: Rosario de la aurora en la Marina de Ceuta, años 60

lunes, 7 de abril de 2014

En el pretil del Paseo de las Palmeras

El 20 de diciembre de 1973 la policía me retuvo en el puerto de Algeciras poco antes de embarcar hacia Ceuta. Viajaba desde Tarrasa para pasar las vacaciones de Navidad en casa. Un policía vestido de gris, grandote y educado, me pidió la documentación y me retiró de la cola; luego me hizo abrir la maleta y la revisó… Me asusté mucho porque en un sobre llevaba la propaganda política que iba recogiendo en la facultad de ingeniería de Tarrasa. Siempre que iba a Ceuta hacía lo mismo para repartirla y comentarla con mis amigos de la basca (…por cierto, no recuerdo si fue esa vez, pero en una ocasión me dejé el sobre con toda la propaganda en el mostrador de Almenta después de liquidar unas cariocas con Guti, Rocío, Adelaida, Marga, Luci, Carlos, Tati, Rosi, Tomás, Ángel, Jhonny, Victoria, los Emilios…)


El policía pensaría que eran apuntes, no observó nada raro en la maleta y me dejó embarcar sin más. No supe qué pasaba hasta que llegué a casa. Mi padre me lo dijo: ese día ETA había asesinado a Carrero Blanco, primer presidente del gobierno con Franco.
Entre mis viejos compañeros de la OJE no era un secreto mis devaneos políticos. Pero no sólo los míos, otros miembros de la organización estaban abiertamente contra la situación política de la España del 73, y nos mostrábamos abiertamente cuando hacía falta. Esas inclinaciones políticas entraban en íntima contradicción con la esencia de la organización juvenil del Régimen… y por un tiempo se dieron. Luego, la diáspora propia de los ‘caballas’, nos llevó a cada cual a su destino.
No recuerdo el nombre de aquel chico. Era un dirigente local de la OJE, concienciado y preocupado por su país. Me abordó por el Paseo de las Palmeras, cerca del Puente Almina, al día siguiente del asesinato de Carrero Blanco. Y, a bocajarro, me recriminó que no era justo asesinar a un hombre para defender cualquier idea política…
…me apoyé en el pretil del Paseo de las Palmeras y hablamos. Hablamos hasta que la brisa se llevó el olor dulzón de las garrapiñadas, dejaron de pasear los paseantes y se hizo de noche.
Era Ceuta.



miércoles, 2 de abril de 2014

Los monseñores católicos de mi patria

Llamemos catolicistas a los clérigos católicos y a sus adláteres seglares que utilizan la religión como ideología. La utilizan para influir decisivamente en políticas que conduzcan hacia una sociedad en sincronía con sus dogmas religiosos y que amalgame a todos los ciudadanos, sean crédulos o incrédulos, bajo una obligada y única cobertura moral. Y una vez inspirada y legislada, la obediencia a la ley genera inevitablemente un impulso pedagógico que afianza la creencia y la costumbre. Y se cierra así un círculo del que cada vez es más difícil salir. Es decir, llegamos a creer que es indiscutible lo que simplemente es un producto religioso, propio de un momento histórico.


"Quisiera decir una palabra a aquellas personas que hoy, llevados por tantas ideologías, acaban por no orientar bien lo que es la sexualidad humana..." / Monseñor Reig Pla, obispo de Alcalá de Henares.
Todas las ideologías hacen lo mismo, en eso los catolicistas no se diferencian de ninguna familia ideológica. El problema añadido es el dogmatismo de sus propuestas y la convicción de que están inspiradas en una revelación divina que es incuestionable. Esas propuestas, por tanto, no pueden estar equivocadas, ni están sujetas al albur de mayorías o minorías. En estas cuestiones no hay democracia que valga. Es palabra de Dios… y en estos casos se alaba la palabra, no se vota.
Y cuando los católicistas utilizan los templos, las sotanas y toda la simbología de su pretendida ascendencia moral sobre los mortales —que es lo que han hecho desde los tiempos de Constantino—, juegan con la ventaja de siglos de oscurantismo y superstición. Juegan con las cartas marcadas. Son tramposos… porque desde la más tierna infancia, en la familia, en la escuela pública y en la confesional, tratan de encorsetar el raciocinio del niño bajo la ínfula de creencias irracionales. Es decir, sin una educación que desarrolle la visión crítica de la realidad, el ciudadano adoctrinado de aquella manera, seguirá aceptando la ascendencia moral de la sotana y del púlpito... Y hacer política desde ahí no es jugar limpio.
"Conviene indicar que el feminismo ideológico no es más que un paso en el proceso de deconstrucción de la persona..." / Monseñor Reig Pla, obispo de Alcalá de Henares.
Por eso me parece que religión y democracia no son compatibles por definición. La religión exige al ciudadano una obediencia a dogmas irracionales. En democracia la obediencia se consensua, se regula y sobre todo, se controla.