viernes, 1 de junio de 2012

La jodienda no tiene enmienda

Aceitera / Corraleja común / Meloe Proscarabeus en la acera del laboratorio

Curioso bicho este. Dicen los entomólogos que cuando se les molesta, segregan una substancia oleaginosa que provoca irritaciones en la piel y conjuntivitis… pero mi hijo Alejandro las cogía de pequeño y nunca le pasó nada, la verdad. Cuando son criaturas, más parecen vampiros que larvas porque se enganchan a moscas y avispas y les chupan la sangre hasta que matan al hospedador. Luego, si por una casualidad, te comes una aceitera adulta sin darte cuenta, te provocará problemas urinarios y priapismo, o sea, una erección sostenida en el tiempo y en el espacio que es el anhelo de muchos, aunque jamás lo confiesen.

Consecuencias…

En el siglo XVII las ancianas de la aldea rural, vasallas del señor feudal de turno, recolectaban aceiteras para dejarlas morir y secar. Después machacaban los caparazones en un mortero de piedra obsidiana durante una noche de Luna creciente, y en presencia de una niña virgen. Luego se vendía el polvo como remedio contra la impotencia sexual masculina con enorme éxito... Al final tuvo que prohibirse este comercio a consecuencia de la cantidad de muertes que provocaba su abuso.

¡Tá claro! La jodienda no tiene enmienda


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