sábado, 28 de agosto de 2010

El marisco no ocupa lugar

Hasta ayer mismo yo estaba convencido de que la sabiduría no ocupaba lugar. Lo decía constantemente don Francisco, el maestro-escuela de Villajovita, mi barrio ceutí.

— ¡Niños, el saber no ocupa lugar! Así que, quedad tranquilos: podéis aprender todo lo que queráis que la mollera no os crecerá—. Pero ni así, ¡oye!

(De todos modos, no creáis, que ahora los neurocientíficos están diciendo lo contrario. Dicen, por ejemplo, que los taxistas veteranos de Nueva York tienen más desarrollado no_sé_que_zona del cerebro, justamente la que controla las funciones de orientación espacial… O sea, que la mollera sí crece. ¡Cómo se derrumban las convicciones más profundas, puñetas!)

Hoy, durante unas cervezas con los compañeros de trabajo, uno de ellos ha lanzado una sentencia que me ha hecho sonreír y recuperar el sentido del humor de golpe. Es una tontería, pero ha obrado un pequeño milagro en servidor. Va y dice el nota, muy suelto él, sentenciando, sobrao:

— El marisco no ocupa lugar, Chati

¡Sí, señor, como la sabiduría!


miércoles, 25 de agosto de 2010

Micromomentos con ella: Carrión de los Condes

Septiembre del año 2000

En Carrión de los Condes, gran ciudad comparada con las que habíamos visto, paramos cerca de la iglesia de Santa María del Camino, construida, al parecer, para conmemorar la batalla que libró a la ciudad de pagar a los moros el famoso Tributo de las Cien Doncellas.

Nos sentamos un rato en el pórtico a dejar pasar el tiempo, a respirar el olor a piedra vieja, a disfrutar de la cercanía de esta chica guapa que me acompaña... Y, de paso, contemplar de reojo cómo un peregrino —con más pinta de vagabundo que de peregrino— dibujaba en un bloc de papel los bajorrelieves del pórtico...

…el hombre se sienta delante de la puerta, da dos caladas pensativas a su cigarrillo; se levanta para separarse y mirar desde otra perspectiva, y sigue fumando sin dejar de mirar con mala leche al santo de piedra. Vuelve a sentarse y toma su lápiz pero sin trazar nada.

Se comprende que el hombre no lo tiene nada claro.

Mientras tanto, un cachorro que tiene acostado en unos harapos —los vagabundos siempre tienen un perro mil-leches dormido a su lado—, se levanta y mordisquea juguetón nuestra mochila, con el rabo tieso... el hombre, sin decir una sola palabra, lo mete de nuevo entre sus harapos y vuelve a estudiar hoscamente el pórtico, con el ceño fruncido, como enfadado.

Cuando nos fuimos seguía sin trazar una sola línea...


martes, 17 de agosto de 2010

¿Dónde coño se esconden las palabras?


Son veintisiete letras (las he contado) y diez dígitos. Sólo con eso, los hombres construyen historias y las cuentan para otros; piensan miles de cosas y son capaces de transmitirlas. Y así van construyendo a lo largo del tiempo —y acrecentando de forma exponencial— conocimientos nuevos, sentimientos extraños expresados de forma mágica, o ideas únicas que revolucionan el mundo…

Dicen que no hay invento más asombroso que los hombres hayan hecho porque, además, esos escasos signos también sirven para contar las pequeñas cosas diarias… sirven para convertir en poesía la espuma de una ola que se deshace en la arena y, también, para convertir en palabras audibles amores y miedos… porque así se perciben mejor los primeros, o se disipan como humo los segundos. El hombre venido a menos busca eso: percibir mejor y disipar.

Y llevo días y días mirando los maravillosos signos, buscando apalabrar esos amores y esos miedos… pero aquí no se apalabra nada. ¡Precisamente ahora! ¿Dónde coño se han ido las palabras?


martes, 10 de agosto de 2010

Micromomentos con ella: Rollo de justicia

En Boadilla del Camino (Palencia), cerca ya de Frómista, encontramos un cartel en la carretera que nos dejó sorprendidos. Ella lo señaló y me miró haciendo una mueca teatrera de esas que suele hacer, como diciendo: no puede ser, ¿pero esto qué es? El cartel decía claramente, sin lugar a dudas:

ROLLO DE JUSTICIA

¡Jolines! Si al alcalde Pacheco de Jerez lo habían condenado por decir que la justicia era un cachondeo, esto también debía ser un delito.

Medio día. El sol palentino cae prácticamente vertical sobre el pequeño pueblo. Ni un alma (ni cristiana ni infiel) para comprobar nuestra ignorancia. Tal vez alguien nos vigile desde detrás de los visillos.

Tampoco perros o gatos deambulan por las escasas sombras. No hay bares, ni abiertos ni cerrados. Todas las calles confluyen en la plaza del pueblo. Y allí, en su centro, casi sin sombras, se alza la cosa…
¡Ignorante que es uno!

No estaban quejándose de la mala justicia que recibieran, no. Simplemente anunciaban un Rollo Jurisdiccional, especie de columna levantada en el siglo XIV, en mitad de la plaza, para indicar que Boadilla del Camino podía ejercer justicia sin apelar a otra instancia superior. O sea, que la localidad había recibido privilegio de villazgo y, por tanto, no estaba sometida a ningún señor. A estas columnas encadenaban a los reos durante unos cuantos días para que el personal los sometiesen a humillación, escarnio y burla. Que la condición humana es así de cruel… y la simple presencia pública de estos humilladeros era disuasoria para muchos.

Entonces ella se encadena simbólicamente a la columna y servidor la somete a escarnio público:

La beso…

…y como ella está encadenada, y no hay nadie que se escandalice, sigo…

El calcetín de algún peregrino despistado reposa sobre la base del rollo. Una lagartija, ardiente ya, se esconde en una rendija. Las golondrinas, con tanto calor, no salen de sus nidos, bajo los aleros del tejado. Detrás hay una robusta iglesia. Dicen que contiene una pila bautismal digna de ver. Pero la iglesia, a esas horas de sol vertical, está cerrada a cal y canto. Habrá que volver en otra ocasión…

…con ella será un privilegio.