jueves, 28 de octubre de 2010

En la ribera del Darro -1

Foto furtiva: La chica del pañuelo que subía por el Darro


En la ribera del Darro sopla una ligera brisa. Viene de las cumbres de Sierra Nevada, pero a la Granada nazarí llega menos fría. Puede que por eso las chicas lleven un pañuelo en el cuello… pero no, no creo. Lo más probable es que lo hagan por coquetería, porque así se ven más guapas…
…y tienen razón.

martes, 26 de octubre de 2010

La mezcla pendiente


Mañana, el torbellino browniano del tubo habrá finalizado. La disolución habrá alcanzado el equilibrio y tendrá un color uniforme. No parecerá vino fino, ni Pedro Ximénez, más bien podría ser una solera vieja de Xerez…


Esta imagen es esperanzadora. Me gusta que la joven madre musulmana tenga libertad para usar un vestido de DESIGUAL con esos colores tan vivos que no sé todavía si me parece una horterada o una pasada de elegancia. De alguna forma ocurre como con la disolución… que la abuela mantiene la chilaba tradicional, pero las hijas, sin perder su identidad cultural y/o religiosa (el pañuelo), se mimetizan mejor con el entorno de la Isla de León, en el sur de España, un país de tradición cristiana, apostólica y romana. ¿Llegaremos a un sincretismo aparente de islamistas con trajes de DESIGUAL y cristianas con niqab como si fuéramos la disolución de arriba? No sé… en todo caso, estas fusiones culturales son procesos que, en el mejor de los casos, suelen durar generaciones. [En Ceuta, mi tierra, una ciudad fronteriza, coexistimos con cierta invisibilidad desde hace siglos, pero, por mucho que nos guste decirlo, no creo que convivamos esas cuatro culturas (judíos, cristianos, musulmanes e hindúes)… no lo creo. Y el matiz en fundamental]

No sería extraño (solo sería un negocio más), pero el día menos pensado se pone de moda entre la chavalería autóctona usar el niqab en otoño-invierno. Y me gustaría que la joven madre musulmana, la del vestido de colorines, también tuviera la libertad suficiente como para usar o no usar el niqab… Pero tiendo a pensar —al margen de si es un símbolo cultural o religioso— que no es libre hasta ese punto...

…mi amiga Toñi ha visto crecer a Fátima, la hija de los regentes de un Bazar de moroscercano a su casa —dicho moros con todo respeto—. Dice que era una niña totalmente integrada en el colegio y en el barrio; alegre, que siempre estaba de bromas con ella y que se reía con la cara y con los ojos… pero cuando fue mocita, desapareció una temporada, y cuando regresó, vino casada, enfundada en el vestido tradicional de su cultura y tocada con el niqab. Y dejó de dirigirle la palabra, ya no hablaba con ella… ahora tiene veinte años, un hijo, está embarazada de otro y ya no ríe. Fátima ya no es miembro de esta calle ni de este barrio.

Ayer, otra vez me sorprendió la luz del atardecer. Era tan dorada que solo el COLOR del ambiente reconfortaba… por eso me acordé de ella, de Lady Lu —la hija de mis buenos amigos, que se ha instalado en un pueblo cercano a Londres—, porque está tan acostumbrada a este luminoso SUR, que me la imaginaba triste en el ambiente oscuro yGRIS de la Gran Bretaña. Dice que cuando bajó del tren quedó sorprendidísima porque allí no había ingleses, sólo se veían personas de color. No es por nada, es que a Lady Lu le pasa lo que a servidor —y a una gran mayoría de españoles—, que nos falta cursar una asignatura, superar la sorpresa-desconfianza que nos causa un extraño a la tribu. Me lo pregunto muchas veces: ¿Qué pasará cuando a la gente normal y tolerante —los que decimos conste que yo no soy racista, pero…— nos coloquen una mezquita en el barrio, o un campamento de de rumanos en el descampado o un piso patera en el bloque? ¿Qué pasará? ¿Seguiremos siendo esos tolerantes de salón (porque lo ven todo a lo lejos) o empezaremos a pensar con el hígado y a decir que TODOS los extraños son delincuentes porque son extraños?

¿Quién sabe? A lo mejor comprendemos TODOS que en UN país hay UNA ley paraTODA la gente. Si fuera así, mañana, el torbellino browniano habrá finalizado. La disolución habrá alcanzado el equilibrio y tendrá un color uniforme.



miércoles, 20 de octubre de 2010

La hormiga de Nando Sánchez

"Fue en mitad de una vereda, en mitad de la nada para ella (supongo), donde la encontré. Al principio la creí muerta, al acercarme observé como poco a poco se movía. Ningún congénere alrededor, perdida, tras una batalla cruenta, quizá de dimensiones cósmicas pero imperceptible a nuestros ojos. No sé exactamente porque, pero me conmovió aquella hormiga tullida."

Le dije a Nando que también me conmovía la hormiga. Hay algo excesivamente triste en la cabeza humillada, en el porte derrotado, en la inutilidad de las batallas que se repiten una y otra vez, eón tras eón, para dejar las cosas como al principio. Nando ha retratado la falta de futuro. ¿Y ahora, qué?, es la pregunta cristalizada en la imagen.

…no paro de mirarla. Es una insignificante hormiga tullida. Abandonada en un lugar infinitesimal del cosmos. Apenas le queda un aliento de vida… pero no paro de mirarla, de contar las patas que le faltan —¡por Dios, deberían ser seis!—, de preguntarme cómo ve su mundo si ya no tiene antenas…

Y me fascinan los hombres como Nando, que se paran a observar una hormiga tullida, que la inmortaliza y nos la ofrece. Tal vez los hombres y mujeres que nos gobiernan deberían bajar de vez en cuando a ras de suelo para llorar por el micromundo que manejan —por todas las hormigas tullidas como ejemplo—. Y, entonces, a lo mejor, muchos de esos hombres y mujeres que nos gobiernan dejen de tener la moralidad de una mantis religiosa.


lunes, 18 de octubre de 2010

Las raíces del cóleo

Hoy toca no pensar demasiado. Sólo hay que mirar y oír. Tenía olvidadas estas fotos en un tubo desde enero (Aquí tenéis más)…
...en enero la luz que entra por las mañanas es muy tangencial y cualquier cosa produce una sombra alargada. Las sombras siempre son preciosas, los objetos que las provocan son otro asunto...
·
Deseo que os guste. Un cordial saludo

domingo, 17 de octubre de 2010

Hipotecar o asegurar el futuro de Punta Cantera


Cuestión previa: En San Fernando - Cádiz existe un terreno militar en desuso. Parte de ese terreno está lleno de polvorines y elementos arquitectónicos, todos ellos de indudable valor histórico, arquitectónico y etnológico. Pronto pasará a manos del municipio. ¿Debe protegerse adecuadamente ese conjunto histórico? Esa es la pelea municipal... Un grupo de ciudadanos, al margen de los legítimos intereses partidarios, se manifiesta a favor de amparar jurídicamente -con una protección máxima- el Conjunto Histórico de los Polvorines de Punta Cantera...

Tengo la sensación de que los adheridos al Manifiesto por un Conjunto Histórico en los Polvorines de Punta Cantera (ENTRE AQUÍ), que somos un nutrido grupo de ciudadanos, estamos entre una fuerza incontenible y un objeto inamovible. Todas esas personas tienen mi agradecimiento, y, por la confianza que ofrecieron desinteresadamente, merecen unas puntualizaciones por mi parte.

Nosotros también queremos que los Polvorines sean declarados Bien de Interés Cultural (decíamos que debían ser “…declarados y considerados como un Conjunto Histórico, con máximo nivel de protección…”)
y eso nos coloca, aunque no se diga explícitamente, en mitad de una agria, enconada y vieja pelea política municipal. Y no es agradable escuchar y leer lo que pasa, porque, fíjense ustedes, absolutamente todos los grupos municipales dicen respetar la identidad y la integridad de los polvorines; dicen querer desarrollarlos de forma sostenible para beneficio de todos los isleños; quieren que genere puestos de trabajo y riquezas, y que se dinamice la vida local. Todos se ajustan al manual de lo políticamente correcto. Pero no sólo los grupos municipales, también los redactores del PGOU reconocen taxativamente el valor cultural del Conjunto Histórico de los Polvorines de Punta Cantera, y, es más, recomiendan a los munícipes que todo el conjunto —polvorines, murallas, muelles y alfar romano— sea declarado BIC. Es decir, los ciudadanos que apoyamos el Manifiesto por Punta Cantera, los grupos municipales del Ayuntamiento y los redactores del PGOU dicen estar de acuerdo en proteger la integridad de los Polvorines. Entonces, ¿qué mejor forma de respetar Punta Cantera que yendo más allá de la simple declaración de intenciones y buscar la protección jurídica que nos permite la ley?

Lo que pasa a partir de aquí es uno de los innumerables ejemplos de la malísima impresión que tenemos algunos ciudadanos de la política. Que a lo peor es una apreciación errónea, pero la tenemos. Y conste que no quiero señalar ni a personas ni a partidos, ni a culpables ni a víctimas, señalo la fea dinámica en la que está metida la política municipal en el asunto que nos atañe a los firmantes del Manifiesto.

Los redactores del actual PGOU tienen toda mi gratitud por el trabajo realizado y por recomendar la declaración de BIC para los polvorines. Pero, ¿harán caso nuestros políticos locales a esa recomendación?
Pues, unos sí aceptan explícitamente la recomendación y han tomado la iniciativa —también tienen mi gratitud—, otros se oponen rotundamente a la declaración BIC de los polvorines. Desde la percepción del ciudadano de a pie, lo espectacular sería conseguir la unanimidad. Pero no sé, eso parece una quimera… la pelea política es agria y las posturas son opuestas por definición, con independencia de las razones que cada cual esgrima. Siempre parece posible encontrar argumentos para mantener el antagonismo sistemático; parece un acto emocional, de los que rige el sistema límbico. Además, nuestros munícipes no están obligados a aceptar la recomendación del PGOU. Y si dejamos sin protección jurídica todo el conjunto, estaremos dejando al albur del primero que pase por allí —tenga cuatro o cuatrocientos mil votos— el desarrollo de la zona; y el problema será que no sabemos qué criterio ni qué sensibilidad pueda aplicar. Es así de simple. Algunos justifican su rechazo a la declaración de BIC en lo que supondría una intromisión ajena en la voluntad de los isleños. Es decir, no ven con buenos ojos que los polvorines pasen a ser dominio público; pero esa es precisamente la mejor garantía para su conservación futura. Los isleños seguiremos decidiendo qué hacer en los polvorines, pero, eso sí, habrá que pagar la incomodidad de ajustarnos a la forma y comprometernos a mantener la identidad estética y cultural. Eso no es perder soberanía, ni es hipotecar el desarrollo de la zona. Significa que habrá que trabajar más para que la entidad y la identidad del conjunto se mantenga... Eso redundará en que San Fernando sea una ciudad distinta. O sea, si cada vecino coloca el toldo que le de la real gana, la fachada comunitaria será un desastre en poco tiempo. En el fondo es eso. Y nadie dijo que la cosa fuese sencilla.

En la Isla tenemos buenos ejemplos de objetos BIC (Castillo de San Romualdo, Isla de Sancti Petri, Iglesia Mayor, Teatro de Las Cortes, todo el rosario de baterías del XIX, etc.) y a pocos se les ocurre decir que tal calificación hipoteque su desarrollo, al contrario. Nos podemos quejar —y a veces con toda la razón y la indignación del mundo— de las pegas berlanguianas que pone la administración superior para aprobar actuaciones sobre objetos BIC… pero cuando eso ocurre, y ocurre mucho, habrá que denunciar la mala gestión, las prácticas interesadas y partidistas, y, sobre todo, hacerlo mejor cuando cambien las tornas, pero no cuestionar la bondad de la figura jurídica de BIC. O sea, no es razonable prescindir de los cuchillos porque te hayas cortado, habrá que usarlo mejor.

España está llena de decenas de viejos castillos, iglesias, fortificaciones y conventos, declarados BIC y reconvertidos en hoteles y/o centros multifuncionales que son un magnífico ejemplo de simbiosis entre intereses públicos y privados… Pensar que tener otro BIC en la ciudad es ceder soberanía municipal —lo digo con todo respeto— es mirarse el ombligo... la cultura, la historia, el patrimonio físico no sólo son tesoros locales, también son (aunque suene cursi) de la humanidad.

Pero me planteo una segunda cuestión: ¿Es suficiente que los Polvorines de Punta Cantera sean conjunto BIC para garantizar su integridad?

Posiblemente, no. Hay ejemplos muy cercanos de desprecio absoluto a bienes protegidos. Algunos ciudadanos de a pie estamos muy escarmentados y me temo que pocas veces podremos saber qué decisiones tomarán los políticos —hablo en general, sin concretar en lo local— porque, por desgracia, tampoco sabemos con certeza qué intereses defienden en realidad. Algunos nos han demostrado que en política las causas justas no importan, ni los sentimientos —a veces, ni siquiera la voluntad popular—; y al final solemos comprobar que son intereses y conveniencias lo que mueve el mundo global y local, casi nunca son principios éticos. Deseo de corazón que aquí eso no ocurra.

Punta Cantera no es un terreno baldío. Ciudades como Tenerife, Pamplona, Peñíscola, Gerona, Alicante, Málaga, etc., han hecho auténticos esfuerzos para recuperar un solo polvorín y desarrollar actuaciones municipales en su entorno. Pero, fíjense ustedes, nosotros no tenemos un sólo polvorín como esas ciudades, tenemos veintiséis. Y todos ellos concentrados en Punta Cantera, rodeados de una muralla del XVIII, con dos puertos históricos, uno para el comercio de Indias y otro para la Pólvora de Su Majestad. Lo que los isleños tenemos en Punta Cantera es un patrimonio histórico, arquitectónico, ambiental y paisajístico único y digno de una atención exquisita. Deberíamos hacer caso a los redactores del PGOU y terminar de proteger aquello hasta la última piedra. Solo ocupan unos noventa mil metros cuadrados de los cerca de medio millón que revertirán al municipio. Con el resto de los terrenos de Fadricas (los expropiados en 1960 y 1977) se puede y debe hacer lo que sea razonable, pero en Punta Cantera tienen que pensarlo muy detenidamente (y me consta que todos lo hacen). Tenemos allí un diamante en bruto que habrá que pulir con cuidado porque es único en España. Entonces, y sólo entonces, nos devolverá las riquezas y el empleo que los isleños nos merecemos. Y, en mi parecer, el primer paso para que eso ocurra sin fracturas es amparar jurídicamente el Conjunto Histórico de los Polvorines con una protección patrimonial máxima. Rematar ese amparo es lo primero que deberían hacer todos nuestros responsables políticos, y hacerlo ya.
Si desea adherirse al Manifiesto por Un Conjunto Histórico en los Polvorines de Punta Cantera, por favor, ENTRE AQUÍ Y siga los pasos. Es una iniciativa personal, al margen de partidos políticos, sindicatos y grupos sociales. Gracias.

jueves, 14 de octubre de 2010

Tengo dos o tres conocidos que ven Intereconomía

Tengo dos o tres conocidos que ven Intereconomía —para el que no lo sepa, es una cadena de televisión que pertenece a un grupo mediático de la ultraderecha española más rancia—. Yo los aprecio mucho (a mis conocidos, digo), pero, eso, que se nutren de opiniones y estética ultra. Y eso, a la larga, marca.

Señoras y señores contrarios a Zapatero, ejerciendo su libertad de expresión. (La imagen pertenece a Intereconomía)

Ayer, al poco de abuchear al presidente Zapatero un grupo de gamberros, uno de misconocidos me preguntó si tenía sintonizada tal cadena en casa —seguro que con mis antecedentes lo veía poco probable— porque quería ver el mal rato de Zapatero, precisamente ahí, en Intereconomía… que como es algo contra los sociatas, seguro que sale la cosa como más catastrófica y así el hombre se divierte más…

…y se quedó con las ganas. Era pronto. Pero, bueno, por lo que se sabe, Zapatero no lanzó a sus abucheadores la peineta que Aznar les dedicó a los suyos. Y es que, siempre hayclases. La de Aznar, desde que se convirtió en el tercer cerdito de las Azores, ya sabemos con claridad cual es… y, por extensión, similitud y sintonía, también sabemos qué clase de partido es el PP —que no anda sobrado de ética precisamente—, la misma clase que demuestran los abucheadores de Zapatero, y la misma que demuestran públicamente muchos de sus cargos electos y simpatizantes… afortunadamente no todos.

Y me preocupa que la derecha ultra, faltona, gamberra y antidemócrata quepa en el PP y lo colonice —si es que no lo ha hecho ya—. Más me gustaría lo contrario, que el PP ejerciera una tutela ética sobre esa gente que le vota; que los cargos electos aplicaran una pedagogía que sirviera para moderar esas formas y para mantener unas maneras civilizadas y democráticas, aunque perdieran ese puñado de votos gamberros. O sea, que se desmarcaran de los comportamientos irrespetuosos y de los abucheos a un presidente del gobierno —en el parlamento y en la calle—, y nunca callarse con una sonrisa socarrona y cómplice como la de Esperancita, Grande de España ella. Pero me temo lo primero, que la derecha que va a gobernar España tarde o temprano sintonice perfectamente con los que hacen política en la barra de un bar a partir de la tercera birra. O sea, me temo que van camino de convertirse en un peligroso Tea Parthy carpetovetónico. Eso, sumado a las recetas ultraliberales que aplicarán, pánico debería darnos… porque, para ellos, los de siempre vamos a pagar la superación de la crisis. Pero ahora sin complejos, porque para eso habrán recibido del gobierno socialista una herencia política y económica (causada precisamente por las políticas económicas globales que el PP apoya) que usarán para justificar cualquier barrabasada que perpetren… Y eso sí que será duro. Pero duro para los de siempre, por supuesto, es decir, para los curritos de a pie y para los parados. Y de esa brutal injusticia ya habrá tiempo de hablar, de sufrirla y de llorarla. Veremos…



La casa de Luisa

La casa de Luisa es simple y está rodeada de árboles frutales. Es un oasis en mitad de un bosque de alcornoques. Hay un enorme nogal y una gigantesca higuera que regalan una sombra fresca sobre la mesa y el poyete. Dice Luisa que este año apenas han salido nueces, pero que la higuera ha sido generosa.


El camino para llegar no es muy conveniente para coches delicados. Pero es un vergel. Acompañan el camino chumberas coronadas de higos-chumbos maduros. Miguel, que no es hombre de campo, es más bien urbanita voluntarioso, los coge con cuidado y, para no pincharse con las púas, los pela con navaja y tenedor. Y siguiendo el carril, más allá de su casa, hay decenas de membrilleros, que, como estamos en el veranillo de San Miguel, están todos en sazón… las ramas saltan las cercas cargaditas de frutos y tapizan el camino de membrillos-gamboas que nadie recoge. Los hombres urbanos, que solo los vemos amontonados en el mercado con el precio encima, nos quedamos sin palabras...

El hombre venido a menos ha dormido la siesta tumbado sobre la hierba, debajo de un caki, con un zapato por almohada, como cuando era de la OJE. Hay muchos cakis por allí. Son de los de siempre, de los que hay que comerlos muy maduros, que casi se rompen con solo tocarlos. Me comí dos para la merienda, sin remilgos, que la pulpa me llegó hasta los codos… la pena fue que el último higo-chumbo —el de la vergüenza— me lo comí a continuación de los cakis y apenas noté su dulzor.

¡Que pena que el ciruelo que tiene Luisa estuviese pasado! Por eso me llevó a la huerta de su vecino, que tiene varios ciruelos tan cagados, tan cargados, que no da abasto a recogerlos. Dice el vecino que tantas han dado, que los asilos de ancianitos de Cortes y Ubrique están jartitos de sus ciruelas… Eran ciruelas de un precioso color ciruela, como Dios manda. Y llenamos dos cestas de mimbre en un momento... No cojáis las del suelo, no cojáis las del suelo, decía el vecino. Además de nueces, cakis, chumbos, membrillos y ciruelas, comí acerolas (que allí les llamas asofaifas) y tomatitos sherry, que son tan pequeños que perecen cerezas… y no le caían muy simpáticos al hombre porque dice que crecen fuera de su control, y que si las abejas polinizan los tomates corazón de toro —que son unos tomates grandes y retorcidos, que pueden pesar hasta un kilo— con el polen de los sherry, entonces le salen tomates corazoncitos de pollo. Y no está dispuesto el hombre. Por eso los arrancó como el que quita mala hierba y me los regaló …esto na más que con una chispita de sal y mijita aceite de oliva y tiene usté una cena la mar de apañá. Tuvo razón el vecino.

Hablamos varias veces durante la tarde… hasta ese día no me había dado cuenta, pero empecé a descubrir lo guapísima que es Luisa.

Al atardecer nos marchamos. Cada uno cargaba dos calabazas y varias bolsas de fruta. La generosidad de la gente del campo no tiene precio… le di un abrazo a Luisa. No sé si se percató de que fue un abrazo un poco más largo y un poco más apretado de lo que debiera ser…