viernes, 10 de abril de 2009

Fotos en un tubo: Amanecer en Viernes de Pasión


Un cura me dijo que cada amanecer es un milagro. Y le creí. Debía ser cierto porque no existe un amanecer que no sea bello... ni símbolo más inequívoco de esperanza, de renacer, de solución.

Más tarde alguien escribió que donde hay milagros florecen idiotas, y lo leí. Desde entonces no creo en milagros y prefiero pensar que cada amanecer es una enorme maravilla...

Desde entonces prefiero los amaneceres a las oscuras madrugadas de pasión, cargadas de torturas, de pesadillas, de mentiras y chantajes; de sufrimientos, sangre, perdón y oración... aunque sean representaciones pueriles que en muchos casos llegan a rozar la histeria colectiva y la ceguera cívica...

La Madrugada de Pasión se agotó, y el viernes amaneció bello y fresco de nuevo... a pesar de todo.

Creo que voy a volver a creer en milagros...



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